jueves, 14 de abril de 2016

A paso de tango


“Tiempos de la vida mala que aturden la conciencia colectiva. Gobiernos de emperadores malevos fecundan malas semillas”. Con estos versos inicia Susana Rinaldi, a modo de prefacio, el tango de Cátulo Castillo “Desencuentro”. Una visión que no se queda en la comprensiva contemplación de la miseria humana que tan bien expresa la letra original y las de tantísimos tangos, sino que denuncia el gran mal que conlleva nuestro modo de vivir y la perversión de quienes con su poder crean las condiciones necesarias para que tanta desgracia ocurra.

La “vida mala” va mucho más allá del triste malvivir de las pobres gentes que los desgarradores viejos tangos denunciaban. La “vida mala”, esa forma de vivir sin alma y sin conciencia, al modo de las bestias, bajo la ley del más fuerte que nos han impuesto esos “emperadores malevos” que gobiernan el mundo nos ha llevado a un grado de inhumanidad que nunca los iluminados del siglo XVIII hubiesen podido imaginar. Como tampoco imaginaban, cabe pensar, que quienes les sucederían secuestrarían en beneficio propio los nobles ideales de “libertad, igualdad y fraternidad” que pretendían ser fundamento de la República.

Pese a los grandes discursos, el mundo occidental ha evolucionado social y políticamente sobre bases que más tenían que ver con la miseria humana que denuncian los viejos tangos que con el ideario republicano. Quienes han tenido el poder en sus manos han hecho caso omiso de cuanto pudiera significar dejar de ejercerlo y así, con esa idea en su mente, se han hecho dueños de los medios de difusión y los han controlado de modo que ignorasen la humana proclama republicana y en la medida de lo posible la ahogasen, a fin de que no fecundase el pensamiento colectivo.

Con el abuso de poder que siempre las armas dieron, esos bucaneros de la política que año tras año han gobernado sin que nadie les torciera el rumbo crearon democracias al modo como la entendían los antiguos griegos, es decir, con exclusión de los más débiles, los desposeídos, tales como esclavos y mujeres en aquel entonces y pobres y obreros en el presente. Y así, legislando de modo excluyente y a fuerza de despreciar los más nobles sentimientos del ser humano, han logrado fecundar malas semillas e imponer la vida mala a la cual gran parte de la humanidad hoy se adhiere.

Nuestro mundo, así gobernado, ha convertido en virtudes lo que otrora fueron pecados, tales como la codicia, la ambición desmesurada, el abuso de poder, la inmisericordia, la insolidaridad… Persuadidos a fuerza de sufrimientos cuando no de castigos, de la bondad o por lo menos la conveniencia de esa despreciable forma de pensar y sentir que rige nuestras vidas, hemos llegado a tener hoy una civilización occidental de origen presuntamente cristiano que adora el lujo, la prepotencia, el poder abusivo y las malas artes tanto como desprecia la virtud y la justicia. En ella se dan fenómenos tan lamentables como que los pobres desprecien a quienes son todavía más pobres y admiren a los causantes de la pobreza. Tanto es así que los gobiernos más contrarios a los intereses de la mayor parte de la población logran triunfos electorales a base de ganarse el corazón de los votantes mediante la “elegante” frivolidad que rodea a los candidatos, de quienes creen sus engañosas afirmaciones sin pararse ni un solo instante a reflexionar.

Reflexionar no se lleva en este mundo alocado en que vivimos. Se llevó en otro tiempo, cuando la gente era más consciente de lo poco que tenía y sabía que debía mantenerse lúcida para no perderlo y aun mejorarlo. Pero hoy día la gente, cegada por las pantallas de televisión y manipulado su pensamiento por los falaces discursos que de ellas brotan, no ve ni lo más obvio. No ve a donde nos lleva la vida fácil que el capitalismo nos propone a cambio de momentáneos favores, Y así, al igual que la pobre percanta del tango, hemos sido engrupidos por las lisonjeras milongas de una mala vida que es causa del malvivir de la mayor parte de la humanidad.

El mundo occidental se ha sometido a la base ideológica del capitalismo de un modo parecido a como se doma un potro o cualquier animal salvaje que no tenga las agallas necesarias para resistir los castigos y las tretas de sus domadores. Mediante palos, comida y algún discreto confort nos han configurado el pensar y el sentir, de tal modo que vivimos gozando de lo efímero, envidiando, codiciando y odiando a quien no nos da lo que esperábamos que nos diera, sin sentir en ningún momento necesidad alguna de luchar por lograrlo. La mayor parte de la sociedad vive esperando necia e indignamente que algún político “bacán” le dé lo que ansía, aun a cambio del amancebamiento que haga falta.

Pobre civilización nuestra occidental, que a fuerza de olvidar lo humano olvidó la dignidad. Cuando sea (y ya casi lo es) un auténtico “descolado mueble viejo” difícilmente encontrará ese buen amigo que Celedonio Flores nos invita a imaginar en su “Mano a mano” “que ha de jugarse el pellejo pa ayudar en lo que pueda cuando llegue la ocasión”.

A golpe de “Cambalache”, según nos cantó Discépolo, empezó el siglo XX y por caminos de vida mala, con la conciencia colectiva aturdida, transcurre el XXI. /PC

PUBLICADO EN:
https://ecupres.wordpress.com/2016/04/15/a-paso-de-tango/

2 comentarios:

  1. Totalment d'acord amb el teu escrit. Què cal fer perquè reaccionem davant d'aquest món de guerra i misèria que ha muntat el capitalisme?

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    1. Jo em pregunto el mateix, Xavier.
      Què cal fer?
      Alguna cosa es deu poder fer, però no la sé.
      De moment l'únic que se m'acut és seguir fent el que faig.
      No canviarem el món però potser contribuirem a endreçar una mica el nostre entorn.
      Ànim, Xavier!
      Una abraçada.

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