viernes, 14 de diciembre de 2018

Chalecos amarillos y revuelta catalana


Anda revuelto el panorama político en Europa. Crece el fascismo de forma arrolladora, al tiempo que estallan protestas en demanda de políticas más justas. En la calle se entrecruzan y a veces se mezclan los combatientes de uno y otro bando, lo cual propicia acciones que por su incivismo dan argumentos y alas a los gobiernos represores.

En Francia las justas reivindicaciones de los chalecos amarillos se han visto empañadas por la violencia de elementos fascistas infiltrados. En Cataluña las ancestrales reivindicaciones de un pueblo oprimido por el afán imperialista del estado español son manipuladas por políticos oportunistas que para nada están a favor de los derechos del pueblo y sí de la codicia de las clases privilegiadas.

Hemos señalado en repetidas ocasiones la confabulación de las derechas catalana y española para usar los sentimientos nacionalistas como cortina de humo que oculte las políticas neoliberales decretadas en todo el ámbito estatal. También el silencio cómplice cuando no la desinformación de los medios informativos. No cabe asombrarse, pues, de la abstención en los procesos electorales ni de que la violencia irrumpa en las calles. La causa está en la desinformación mezclada con el descontento y con la ira de la población ninguneada.

En un excelente escrito titulado “Cómo el tema nacional oculta el drama social…”, Vicenç Navarro hace un análisis de lo que estamos comentando en relación con España*. Y por noticias que nos llegan de Francia sabemos que crece la bronca contra Macron, que la directiva de la CGT francesa se ve desbordada por su base y pide unirse a los chalecos amarillos. Por suerte hay pueblos que no son tan mansos como sus gobiernos desean.

El afán de los ricos del mundo por seguir teniendo esclavos no ceja. Si antaño fue el uso de la fuerza bruta para hacerse con el poder hoy es la tecnología su arma principal. Desinformar al pueblo, robotizar los medios de producción para generar desempleo y hacer más vulnerable la población obrera son procedimientos que se han sumado a los tradicionales de leyes decretadas por las clases pudientes, a jueces corruptos impuestos por gobiernos traidores y a fuerzas policiales que en vez de proteger a la población la someten a palos.

No es el Espíritu de esa Navidad que el occidente de tradición cristiana se dispone a celebrar en breve lo que rige en los gobiernos de gran parte del mundo. Diríase más bien que la codicia, el desenfreno consumista, el desmesurado afán de poseer, más toda la inhumana forma de pensar y sentir que está en la base de la ideología capitalista han colonizado la mente y el corazón de nuestros pueblos.

Los gobiernos opresores se han sucedido a lo largo de los siglos. Aun así, la solidaridad y la lucha por el bien común han logrado remarcables triunfos, de los cuales hemos gozado durante años. Pero con el tiempo, el confort y la molicie que ese bienestar nos deparó han actuado como verdadero opio sobre la clase obrera. Ha sido preciso que las políticas neoliberales tensasen la cuerda en demasía para que una parte del pueblo adormecido despertase.

¿Será debido ese despertar a que el mensaje de humanidad y justicia social de esa Navidad celebrada año tras año ha calado en el corazón del pueblo?  ¿O será que en el alma de todo ser humano existe la semilla de esos grandes valores y solo necesita para germinar que se den las condiciones necesarias?

Sea como sea, alegrémonos y celebremos con gozo el extraño misterio que nos envuelve, porque la lucha por la justicia social es lo único que puede oponerse a la desmesura de la gente codiciosa. Bendigamos esa esa Luz que guía las acciones de quienes aun con riesgo se lanzan a la protesta. Bendigamos la rebeldía que anida en lo hondo del alma humana, porque es el motor que nos lanza en pos de un mundo más equitativo y más humano. /PC

·          “Cómo el tema nacional oculta el drama social: las elecciones andaluzas”