martes, 9 de octubre de 2012

Clamor de libertad y tambores de guerra


Nadie gana en una guerra. Muerte y desolación en ambos bandos. Humillación en el bando derrotado. Soberbia en el de los vencedores. Sentimientos ambos que se apoderan del alma y trascienden cual semilla sembrada en las generaciones sucesoras de quienes las sufrieron.

Quien no nació en un pueblo vencido no puede entender el afán de libertad que en él perdura a lo largo del tiempo. Un afán elemental y humano, se mire como se mire, porque ¿quién puede aceptar de buen grado las exigencias y leyes que le impone como castigo su vencedor?

Castigo de vencedor es negarle a un pueblo su propio gobierno y someterlo al gobierno impuesto tras la derrota. Castigo de vencedor es condicionarle el libre funcionamiento de sus instituciones y de cuanto contribuye a la cohesión social de la población, tal como la propia lengua. Castigo de vencedor es despojarlo de sus medios de vida, ya sean estos naturales, como bosques, pastos, ríos, terrenos de cultivo, etc., o del fisco, aplicando ese tesoro público a satisfacer intereses ajenos al pueblo que lo hace posible con el trabajo de todos sus miembros.

Pueblos arrollados militarmente por otros más poderosos. Pueblos sometidos a la soberbia de los imperios. Pueblos ninguneados y en infinidad de casos diezmados por condiciones de vida insalubres, resultado de las acciones inhumanas que sobre ellos ejercen los imperios. Pueblos a quienes se criminaliza el afán de libertad y la exigencia al respeto que merece su dignidad humana.

Tambores de guerra responden siempre al clamor de libertad de los pueblos oprimidos. Tambores de guerra que redoblan tanto más fuerte cuanto mayor es la soberbia del poderoso. Tambores de guerra que si bien en ocasiones atemorizan al oprimido, no dejan por eso de encender aun más sus ansias de libertad. Tambores de guerra que no hacen sino invocar con su redoble al mismísimo dios de la guerra, porque, ¿acaso no es humano responder a las provocaciones?

Pueblos sometidos a la soberbia del imperio. “Si su majestad quiere reinar de verdad sobre todos los pueblos de su corona debe hacer que todos sus súbditos hablen la lengua de Castilla” dijo el gramático Nebrija a su rey. Y así se hizo y así fue. Y de entonces en más la lengua de Castilla hablan por obligación los pueblos hollados por las botas de los ejércitos invasores de esa Castilla que con el paso del tiempo se transformó en la actual España.

Los pueblos tienen derechos inalienables. Los derechos de los pueblos dimanan de los de las personas que los integran. Negarle sus derechos a un pueblo es un crimen, ya que atenta a su integridad en tanto que colectivo humano. Todo pueblo, como todo ser humano, tiene derecho a ser respetado. Nadie tiene derecho a poseer a nadie. Las entregas deben ser voluntarias. Las uniones también. No hay contratos, ni tratados, ni acuerdos de terceros que puedan lícitamente violar estos básicos principios de convivencia. Toda imposición es un acto de violencia, se diga lo que se diga para justificarla.

Suenen donde suenen, los tambores de guerra amenazantes ante el clamor de dignidad que lanzan los pueblos sometidos son la manifestación de un crimen largamente perpetrado que se pretende seguir perpetrando.

Acalle pues sus tambores el opresor. Abra bien su oído y escuche atentamente cuanto le llegue en demanda de justicia si no quiere que el pueblo siga reivindicando cada vez con más fuerza sus derechos. Grande es el daño que ha inflingido a lo largo de los tiempos. Grande el que de no cambiar nada seguirá inflingiendo. Grande la indignación y rabia que una tal conducta desata. Pero quizá ante un cambio de actitud razonable, el pueblo invadido pueda dejar de sentirse sometido y dispuesto a buscar una solución que no sea humillante para nadie, sino que sirva por igual a ambos según las necesidades del presente, en una convivencia de igualdad y mutuo respeto. De no darse tal cambio de actitud por parte del opresor, el clamor del oprimido seguirá, sin duda alguna, hasta lograr el restablecimiento total de la justicia.


PUBLICADO EN:
http://www.ecupres.com.ar/noticias.asp?Articulos_Id=10038

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