viernes, 7 de diciembre de 2012

La guerra sucia de la España opresora


Enemigo de la paz no es quien lucha por su libertad sino quien usa la fuerza o las malas artes para someter al otro.

La España guerrera, continuadora de la que se rebeló contra la República Española en 1936 y heredera a su vez del ancestral espíritu depredador y asesino que invadió y diezmó los pueblos originarios de lo que hoy es América Latina y redujo a súbditos de la corona de Castilla a los supervivientes, sigue hoy como ayer empecinada en someter a los pueblos que comparten la Península Ibérica.

Sin el menor atisbo de progreso en humanidad a lo largo del tiempo, tras una tregua a la muerte del dictador, que con premeditada alevosía se presentó al pueblo español como una transición a la democracia cuando no era sino un maquillaje para acomodar el estatus a las circunstancias, el autoritarismo español se quita de nuevo la careta y arremete contra quienes se niegan a aceptar la imposición de gobiernos que no surgen de la voluntad del propio pueblo sino de otros que bien pudieran ser hermanos, pero que bajo el dominio de la ideología fascista que sigue hegemónica en una buena parte de España han devenido sucesores del Caín de la Biblia.

Los tempos han cambiado, pero los métodos siguen siendo los mismos. Dictan leyes y normas a su gusto y utilizan la fuerza armada, llámesele ejército o policía, que tanto da, para reprimir a quienes manifiestan disconformidad y así sembrar el terror entre la población. A esa bestialidad le añaden la desaparición de la escena pública de quienes consideran enemigos. Y se valen del engaño y la mentira sistemática para difamar al pueblo catalán a través de la prensa, la radio y la televisión y así manipular emocionalmente a la población española.

En el presente, un proyecto de reforma del sistema educativo que propone el actual ministro rompe con la igualdad de horarios académicos para ambas lenguas cooficiales y relega al catalán a un segundo plano en los programas de enseñanza. Tal proyecto, contrario a lo que se pactó y estableció en la constitución vigente, establece una división entre catalano-parlantes y castellano-parlantes que atenta contra la convivencia ciudadana.

No parece remover la conciencia de la España católica con vocación de imperio esa malvada maniobra que el partido de derechas que hoy gobierna ejecuta contra el pueblo catalán, contra su anhelo de conservar su cultura, su identidad, su lengua y el elemental derecho natural de todo pueblo a no estar sometido a otro. Ningún comentario hemos tenido ocasión de leer o escuchar de parte de la jerarquía católica española ante esa irreflexiva disposición que implica a la Iglesia Católica en tanto que titular de la mayor parte de centros de enseñanza primaria y secundaria concertados.

Tampoco hemos tenido nunca ocasión de leer o escuchar de parte de la jerarquía católica española comentario alguno referente a esa permanente siembra de cizaña que hemos señalado, ese peligroso atizar el odio que tanto daño ha hecho en el mundo entero, pues que ha provocado guerras y genocidios a cual más atroz.

No nos extraña esa conducta en quienes nunca pidieron perdón por haber bendecido a los golpistas que se alzaron contra el legítimo gobierno de la República Española. Tampoco por haber estado siempre al lado de la España intolerante, ora inquisidora, ora fascista. No nos extraña esa falta de sensibilidad para la paz que les mueve a predicar sumisión al sometido en vez de corregir al opresor. No nos extraña este silencio, culpable por omisión, en boca de quienes en breves días entonarán cantos de alabanza a la paz en la liturgia católica que celebra la Navidad. No nos extraña a quienes hemos vivido la guerra civil española y su consiguiente posguerra y hemos visto como la jerarquía católica paseaba procesionalmente bajo palio al dictador. No nos extraña. Pero aun sin extrañarnos, nos repugna su conducta.

Repugna a nuestro espíritu de fraternal convivencia, esa distinción de orígenes y lenguas que desde el Ministerio de Educación español se pretende hacer en la enseñanza básica de Cataluña con fines únicamente políticos. Nos repugna esa guerra sucia que desde la católica España se está lanzando contra un pueblo que sin renunciar a su dignidad en tanto que pueblo, desea vivir en paz, en armonía, en igualdad de condiciones y oportunidades para la totalidad de quienes somos hoy día el pueblo catalán, sea cual sea su lengua y su lugar de origen o procedencia.

La maniobra política que señalamos repugna a nuestro sentido de la fraternidad, de esa fraternidad cristiana tan predicada y tan poco ejemplarizada por esa jerarquía católica española que hoy calla y otorga. Repugna a nuestro espíritu humano, configurado con la ayuda de ese pregón de Buena Nueva que es el evangelio cristiano. Nos repugna y nos hace desear que esta cercana Navidad dé luz y mueva a reflexión a quienes en tal ignominiosa misión están implicados.

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