lunes, 24 de septiembre de 2018

Autoritarismo político y religioso en la España actual


  
El tiempo se detuvo en España en julio de 1936 cuando la minoría conservadora optó por un golpe militar para hacerse de nuevo con el gobierno tras haberlo perdido en las urnas.

Ocho décadas después de aquel lamentable giro de la historia, los poderes del Estado siguen en manos de los golpistas y buena parte de la población española permanece con la mente lavada por el nacionalismo y la religiosidad que la dictadura y la clerecía católica sembraron a placer.

Se detuvo entonces el tiempo y no se ha vuelto a poner en marcha nunca más. Cuatro décadas de aparente retorno a la democracia no son más que pura ficción. Hoy en España se encarcela con base en leyes obsoletas y aun con pruebas falsas a quienes osan desafiar, siquiera sea ideológicamente, al poder.

Viene a recodarnos una vez más la realidad expuesta en los párrafos precedentes la detención y enjuiciamiento del actor de cine y teatro Willi Toledo por sus declaraciones tras el enjuiciamiento de las organizadoras de la Cofradía del Coño Insumiso.

El 8 de marzo de 2013, con motivo de celebrarse el Día de la Mujer, un grupo de mujeres que se autodenominó Hermandad del Coño Insumiso desfiló por las calles de Málaga portando en andas, a modo de procesión, una escultura de plástico de cerca de dos metros de altura que representa una vulva. Con ella se plantaron frente a la catedral donde leyeron un manifiesto que reivindica los derechos de toda mujer frente a las agresiones machistas del gobierno español y la ideología patriarcal que promueve la Iglesia Católica Romana.

Tras la referida comparecencia inicial, la cofradía ha llevado a cabo diversas manifestaciones de igual carácter y similar forma. Por ellas, la Asociación de Abogados Cristianos llevó la protesta a los tribunales amparándose en el artículo 525 del Código Penal, que impone castigos a quienes “para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican”. **

No hace falta ser un lince para darse cuenta de la torpeza de ese artículo. Lejos de ser una defensa de la libertad de pensamiento es una protección del pensamiento religioso contra el pensamiento laico. Porque al pensamiento religioso se le permite manifestarse públicamente mediante procesiones y actos similares, en tanto que no se permite manifestaciones contrarias a las creencias religiosas.

La aconfesionalidad del estado español que la constitución vigente desde 1978 explicita no pasa de ser pura retórica. La toma de posesión de los presidentes del gobierno y ministros se siguió haciendo sobre la Biblia y ante un crucifijo desde entonces hasta el 2 de junio del corriente año, en que el actual presidente juró sobre la Constitución.

La presencia de miembros del Opus Dei en puestos clave de la judicatura da sentencias semejantes a las que se daban en los años de la dictadura. Se enjuicia y condena a raperos, cantantes y titiriteros por supuestas ofensas a la corona, incitación al odio o al terrorismo al igual que en aquellos nefastos años. Se acusa de subversión con violencia a quienes organizan manifestaciones pacíficas y se les tiene en prisión preventiva. ¿Qué más hace falta para protestar por el proceder de la justicia española?

Las “procesiones” de la Hermandad del Coño Insumiso forman parte de los muchos actos de protesta encabezados por mujeres en denuncia de la opresión patriarcal que la Iglesia y el Estado vienen generando en la sociedad española desde siglos. La insumisión, la lucha por la libertad, por la igualdad de derechos, por el respeto mutuo tiene diversos frentes y cada victoria en cada uno de ellos es un acercamiento a la victoria total.

Las buenas gentes católicas, conservadoras por convicción y tal vez incluso por naturaleza, no acogen bien estos ataques a la Santa Madre Iglesia. Tampoco a las no tan católicas pero sí bien educadas les agrada esa forma de lucha popular, descarada, cargada de expresiones “groseras”. Las buenas maneras son un referente de distinción, de clase social, a la vez que una herramienta en pro del inmovilismo.

Lo popular es una amenaza para los privilegios de clase. Siempre fue así, porque siempre los modales exquisitos estuvieron reservados a las clases acomodadas en este mundo plagado de desigualdades. Razón de más para derribar prejuicios.  

Vivimos tiempos difíciles. El neoliberalismo embiste con fuerza en el mundo entero. El fascismo renace en Europa. No hay otra alternativa que luchar o sucumbir. ¡Bendita sea, pues, la Cofradía del Coño Insumiso! /PC

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