Estalló
Ecuador y luego estalló Chile. El abuso de poder tensó tanto la cuerda que al
fin se rompió. “Nos quitaron tanto, que nos quitaron hasta el miedo”, decía una
proclama del pueblo chileno. Y es que cuando no se tiene nada que perder ya da
igual perder incluso la vida. Y lo mismo en Ecuador.
No
así en Cataluña, donde la lucha es puramente nacionalista. El nacionalismo
catalán, fuertemente asediado a lo largo de los años de dictadura, y aun en lo
que ahora denominan democracia, ha brindado a los políticos catalanes de
derechas la oportunidad de exacerbar en beneficio propio, con fines
electoralistas, el ánimo independentista entre la población catalana.
Aun
sabiendo cómo los políticos catalanes manipulan los sentimientos del pueblo,
resulta difícil mantener el ánimo sereno y una actitud ecuánime. El Estado
español sigue en manos de las mismas fuerzas que sostuvieron la dictadura, como
lo demuestra la severa condena aplicada a los líderes independentistas, hecho
que han usado los políticos catalanes de turno para atizar la ira del pueblo
catalán.
Por
si no bastaba con la sentencia, Pedro Sánchez, el presidente en funciones del
gobierno español, perteneciente al PSOE (la falsa izquierda del bipartidismo
político español creado cuando vistieron de democracia la dictadura) ha
declarado que los líderes independentistas han tenido un juicio justo. ¿Cómo
entender semejante desatino? ¿Es pura estulticia o un anticipo de su intención
de formar gobierno con el PP (la tradicional derecha franquista) para asegurar
la “unidad de España”?
Por
supuesto que tiempo le ha faltado al independentismo catalán para replicar al
presidente con manifestaciones pacíficas que inevitablemente devienen
violentas. Las organizaciones civiles Ómnium Cultural y ANC convocan
manifestaciones de protesta por la injusta sentencia y el encarcelamiento de
los líderes independentistas. Los CDR (Comités de Defensa de la República
Catalana) y otros grupos autoconvocados se suman a las protestas. Nadie
controla lo que esas guerrillas urbanas hacen.
La
conducta de Quim Torra, el Presidente de la Generalitat de Cataluña (gobierno
autonómico catalán) es poco menos que esquizofrénica. Arenga a los
manifestantes y los anima a seguir en la lucha, al tiempo que les envía la
policía para que los frenen. ¿Estará buscando ese complicado personaje que en
los enfrentamientos con la policía acabe habiendo un muerto, para así aumentar
la ira del pueblo?
Los
políticos de derechas catalanes empezaron a promover el independentismo en 2012
con fines puramente electoralistas. Nunca fue independentista la derecha
catalana. Sabían que el Estado español no iba a permitir la desmembración del
suelo patrio, pero no era la independencia de Cataluña lo que pretendían sino
tener votantes para seguir gobernando en la comunidad autónoma catalana. Con
ese fin pusieron todos los medios de comunicación que controlaban a promover el
independentismo. Siete años llevamos ya de lavado de cerebro programado. Los
adolescentes de entonces son los jóvenes de hoy día. Esa es su forma de
ensanchar la base independentista y el número de sus votantes.
Que
nadie se confunda comparando las luchas de Ecuador y Chile con la de acá en
Cataluña. Allí el pueblo sabe bien por qué lucha y para qué lucha. Acá el
pueblo actúa desconociendo cuales serían las consecuencias de esa pretendida
independencia de Cataluña si se alcanzara. No hay ningún discurso ideológico
por parte de los políticos independentistas. Esconden su ideología neoliberal
bajo la capa del nacionalismo.
Los
combatientes independentistas catalanes tienen en común con los ecuatorianos y
chilenos la indignación ante las injusticias, pero se diferencian en que los de
acá no tienen ni idea de qué traman quienes los manejan. Los une el POR QUÉ, la
indignación, pero se diferencian en el PARA QUÉ. Los de allá lo saben, los de
acá no.
Acertó
quien dijo que la incultura más nefasta es la incultura política. Actuar sin
saber a quien se está beneficiando es extremadamente peligroso. La gente tira
piedras a su propio tejado sin saberlo. La derecha catalana se vale del
sentimiento de odio acumulado en gran parte de la sociedad para exacerbar los
ánimos contra el Estado español y ganarse a un tiempo el apoyo político del
pueblo indignado.
Lamentablemente
no hay una izquierda catalana suficientemente organizada que pueda coordinarse con
las izquierdas españolas. Si eso se diese, el Estado franquista acabaría
cuestionando sus métodos, del mismo modo que Lenin Moreno en Ecuador y Piñera
en Chile han optado por echarse atrás en su metodología autoritaria y represiva
ante pueblos dispuestos a morir luchando si hiciese falta. Pero el enfoque
nacionalista que la derecha catalana ha dado al conflicto y la poca
organización de izquierdas que hay en Cataluña hace muy difícil esa unión.
El
futuro de este conflicto es bastante impredecible. La Unión Europea no va a dar
soporte a la secesión de Cataluña porque sería un desencadenante de conflictos
en los estados que la constituyen. El Estado español lo sabe y eso hace que no
esté dispuesto a ceder ante las pretensiones de los independistas. Sabe que
tiene fuerza suficiente para aplastar cualquier rebelión y la estructura de
desinformación necesaria para mantener la opinión pública a su favor. Solo la
aparición en escena de algún agente político que imponga sensatez puede evitar
los grandes males que ese loco enfrentamiento puede acarrear. Pero, ¿aparecerá
a tiempo? /PC
Publicado
en ECUPRES
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