viernes, 5 de enero de 2018

Año Nuevo en Cataluña


Terminó el año con desgobierno y comenzó de igual modo el presente en este controvertido país que es Cataluña. Tierra de catalanes originarios y de adopción, población de aluvión donde la haya en esta piel de toro llamada España. Larga historia de revueltas la de este país de gente que nunca aceptó el yugo mansamente es la que antecede al día de hoy. “Genio y figura hasta la sepultura” dice un viejo refrán.

Siguiendo con refranes diremos que “no es oro todo lo que reluce” ni las revueltas son siempre lo que parecen. Así nos lo muestran de un tiempo acá todas las que con falsa bandera promueven mercenarios a sueldo del imperio y sus secuaces en diversos lugares del mundo. Grandes masas de población gritando “democracia” que sin saberlo inician guerras y entronizan feroces dictaduras. Gentes enfervorecidas por agitadores profesionales que inconscientemente forjan las cadenas que las van a esclavizar.

Hoy el pueblo catalán se agita y clama contra un estado español dictatorial y opresor sin saber a ciencia cierta hacia dónde le lleva su protesta ni cuáles son los verdaderos objetivos de sus líderes. Una ignominiosa pugna entre partidos políticos corruptos, de idéntica ideología y filiación neoliberal, que se acusan mutuamente del mal que causan al pueblo sus decisiones políticas está en la base inmediata de la protesta. Casi nadie se da cuenta de que ambos bandos están capitaneados por peligrosos enemigos públicos.

Consecuencia de esa pugna es la represión estatal contra las instituciones catalanas. El parlamento autonómico catalán ha sido disuelto, el gobierno de la comunidad catalana pasó a manos del gobierno español y los líderes catalanes están encarcelados o huidos. El poder del Estado se muestra implacable una vez más y el pueblo catalán será quien pague los platos rotos. Nada nuevo bajo el Sol.

Empieza el nuevo año con una profunda división en la población de Cataluña. Algo insólito desde que guardamos memoria. De un lado quienes, siendo cual sea su origen familiar, se sienten catalanes. Del otro quienes no se sienten catalanes sino españoles y ven una amenaza en toda la parafernalia de banderas y proclamas independentistas. En este grupo hay que incluir también a quienes importándoles un bledo las cuestiones nacionales se ponen de parte del Estado represor porque garantiza la estabilidad, esa mágica palabra que avala ciegamente al inmovilismo. Y como suele ocurrir siempre, hay una imperceptible minoría que ve el trasfondo partidista de ese movimiento de masas y lo rechaza por considerarlo insensato y pura manipulación.

Tras las elecciones autonómicas catalanas convocadas por el gobierno español, dos son los bandos que espiran a gobernar en Cataluña. Uno es el formado por los tres partidos independentistas, cuyo liderazgo se disputan Puigdemont desde su exilo en Bélgica y Oriol Junqueras desde la cárcel. El otro es el que encabeza “Ciudadanos” (Cs), liderado por Inés Arrimadas, un partido relativamente nuevo, creado por las grandes empresas españolas en previsión de la caída electoral del que hasta ahora ha sido su paladín político, el Partido Popular (PP).

Nada bueno puede traer al pueblo catalán esta disputa política. El Estado español seguirá con su mano dura si el bando independentista logra la presidencia. En caso de que tras mucho forzar y porfiar lograse imponerse el bando españolista encabezado por Cs, la autonomía gubernamental de Cataluña volvería a los tiempos de la dictadura, dado que ese es el propósito de ese partido de nuevo cuño y de quienes lo crearon y financian.

Cinco años se cumplieron el pasado once de setiembre (11S) desde que el partido catalán de derechas liderado por Artur Mas puso en marcha el proceso independentista para enterrar con él las protestas del movimiento 15M. Cinco años durante los cuales los medios de comunicación, tanto públicos como privados subvencionados, se han cerrado a toda noticia que no estuviese relacionada con el movimiento independentista. El objetivo del gobierno catalán de derechas se ha cumplido sobradamente. La injusticia social de su política neoliberal ha quedado soterrada. La problemática social ha desaparecido, salvo cuando se usa como argumento falaz para echarle la culpa al gobierno español.

A todo eso, el pueblo catalán actúa con total ignorancia de lo que ocultan ambos bandos, ya que ninguno de ellos ha expuesto programa político alguno. Palabras huecas tales como orden democrático, progreso, estabilidad, economía y otras de similar ambigüedad son las únicas que se pudieron escuchar durante la campaña electoral. El único partido que ofrecía ocuparse del tema social ha obtenido un resultado ínfimo.

Independencia de Cataluña y unidad de España centran todo el debate político y mantienen entretenidos en abierta disputa a los partidarios de ambos bandos. Una situación lamentable y peligrosa, que nos recuerda la fábula “Los dos conejos”, de Tomás de Iriarte. Una insensatez que puede traer muy malas consecuencias a un pueblo que con fama de sensato ha caído en manos de manipuladores profesionales. ¿Acabará el pueblo catalán como los conejos de la fábula? /PC



Los dos conejos

Por entre unas matas,
seguido de perros,
-no diré corría-, 
volaba un conejo.

De su madriguera
salió un compañero
y le dijo: “Tente,
amigo, ¿qué es esto?”.

“¿Qué ha de ser? –responde-;
sin aliento llego.
Dos pícaros galgos
me vienen siguiendo”.

“Sí –replica el otro-
por allá los veo.
Pero no son galgos”.
“¿Pues qué son?” “Podencos”.

“¿Qué? ¿Podencos dices?
Sí, como mi abuelo.
Galgos y muy galgos,
bien vistos los tengo”.

“Son podencos, vaya,
que no entiendes de eso”.
Son galgos, te digo”.
“Digo que podencos”.

En esta disputa,
llegando los perros
pillan descuidados
a mis dos conejos.

Los que por qüestiones
de poco momento
dejan lo que importa
llévense este ejemplo.

            Tomás de Iriarte
            (1750-1791)




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