Terminó el año con desgobierno y comenzó de igual modo el
presente en este controvertido país que es Cataluña. Tierra de catalanes
originarios y de adopción, población de aluvión donde la haya en esta piel de
toro llamada España. Larga historia de revueltas la de este país de gente que
nunca aceptó el yugo mansamente es la que antecede al día de hoy. “Genio y
figura hasta la sepultura” dice un viejo refrán.
Siguiendo con refranes diremos que “no es oro todo lo que
reluce” ni las revueltas son siempre lo que parecen. Así nos lo muestran de un
tiempo acá todas las que con falsa bandera promueven mercenarios a sueldo del
imperio y sus secuaces en diversos lugares del mundo. Grandes masas de
población gritando “democracia” que sin saberlo inician guerras y entronizan
feroces dictaduras. Gentes enfervorecidas por agitadores profesionales que inconscientemente
forjan las cadenas que las van a esclavizar.
Hoy el pueblo catalán se agita y clama contra un estado
español dictatorial y opresor sin saber a ciencia cierta hacia dónde le lleva
su protesta ni cuáles son los verdaderos objetivos de sus líderes. Una
ignominiosa pugna entre partidos políticos corruptos, de idéntica ideología y
filiación neoliberal, que se acusan mutuamente del mal que causan al pueblo sus
decisiones políticas está en la base inmediata de la protesta. Casi nadie se da
cuenta de que ambos bandos están capitaneados por peligrosos enemigos públicos.
Consecuencia de esa pugna es la represión estatal contra
las instituciones catalanas. El parlamento autonómico catalán ha sido disuelto,
el gobierno de la comunidad catalana pasó a manos del gobierno español y los
líderes catalanes están encarcelados o huidos. El poder del Estado se muestra
implacable una vez más y el pueblo catalán será quien pague los platos rotos. Nada
nuevo bajo el Sol.
Empieza el nuevo año con una profunda división en la
población de Cataluña. Algo insólito desde que guardamos memoria. De un lado quienes,
siendo cual sea su origen familiar, se sienten catalanes. Del otro quienes no
se sienten catalanes sino españoles y ven una amenaza en toda la parafernalia
de banderas y proclamas independentistas. En este grupo hay que incluir también
a quienes importándoles un bledo las cuestiones nacionales se ponen de parte
del Estado represor porque garantiza la estabilidad, esa mágica palabra que
avala ciegamente al inmovilismo. Y como suele ocurrir siempre, hay una imperceptible
minoría que ve el trasfondo partidista de ese movimiento de masas y lo rechaza
por considerarlo insensato y pura manipulación.
Tras las elecciones autonómicas catalanas convocadas por
el gobierno español, dos son los bandos que espiran a gobernar en Cataluña. Uno
es el formado por los tres partidos independentistas, cuyo liderazgo se
disputan Puigdemont desde su exilo en Bélgica y Oriol Junqueras desde la cárcel.
El otro es el que encabeza “Ciudadanos” (Cs), liderado por Inés Arrimadas, un
partido relativamente nuevo, creado por las grandes empresas españolas en
previsión de la caída electoral del que hasta ahora ha sido su paladín
político, el Partido Popular (PP).
Nada bueno puede traer al pueblo catalán esta disputa
política. El Estado español seguirá con su mano dura si el bando
independentista logra la presidencia. En caso de que tras mucho forzar y
porfiar lograse imponerse el bando españolista encabezado por Cs, la autonomía
gubernamental de Cataluña volvería a los tiempos de la dictadura, dado que ese
es el propósito de ese partido de nuevo cuño y de quienes lo crearon y
financian.
Cinco años se cumplieron el pasado once de setiembre
(11S) desde que el partido catalán de derechas liderado por Artur Mas puso en
marcha el proceso independentista para enterrar con él las protestas del
movimiento 15M. Cinco años durante los cuales los medios de comunicación, tanto
públicos como privados subvencionados, se han cerrado a toda noticia que no
estuviese relacionada con el movimiento independentista. El objetivo del
gobierno catalán de derechas se ha cumplido sobradamente. La injusticia social
de su política neoliberal ha quedado soterrada. La problemática social ha
desaparecido, salvo cuando se usa como argumento falaz para echarle la culpa al
gobierno español.
A todo eso, el pueblo catalán actúa con total ignorancia
de lo que ocultan ambos bandos, ya que ninguno de ellos ha expuesto programa
político alguno. Palabras huecas tales como orden democrático, progreso,
estabilidad, economía y otras de similar ambigüedad son las únicas que se
pudieron escuchar durante la campaña electoral. El único partido que ofrecía
ocuparse del tema social ha obtenido un resultado ínfimo.
Independencia de Cataluña y unidad de España centran todo
el debate político y mantienen entretenidos en abierta disputa a los
partidarios de ambos bandos. Una situación lamentable y peligrosa, que nos recuerda
la fábula “Los dos conejos”, de Tomás de Iriarte. Una insensatez que puede traer
muy malas consecuencias a un pueblo que con fama de sensato ha caído en manos
de manipuladores profesionales. ¿Acabará el pueblo catalán como los conejos de
la fábula? /PC
Los dos conejos
Por entre unas matas,
seguido de perros,
-no diré
corría-,
volaba un conejo.
De su madriguera
salió un compañero
y le dijo: “Tente,
amigo, ¿qué es esto?”.
“¿Qué ha de ser? –responde-;
sin aliento llego.
Dos pícaros galgos
me vienen
siguiendo”.
“Sí –replica el
otro-
por allá los veo.
Pero no son
galgos”.
“¿Pues qué son?”
“Podencos”.
“¿Qué? ¿Podencos
dices?
Sí, como mi abuelo.
Galgos y muy
galgos,
bien vistos los
tengo”.
“Son podencos,
vaya,
que no entiendes de
eso”.
Son galgos, te
digo”.
“Digo que podencos”.
En esta disputa,
llegando los perros
pillan descuidados
a mis dos conejos.
Los que por
qüestiones
de poco momento
dejan lo que
importa
llévense este
ejemplo.
Tomás de Iriarte
(1750-1791)
PUBLICADO EN ECUPRES https://ecupres.wordpress.com/2018/01/08/ano-nuevo-en-cataluna/
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