martes, 8 de diciembre de 2015

De nuevo la derecha


Las sociedades irresponsables dan el triunfo a las derechas. Pero ¿quién hace irresponsables a esas sociedades? La derecha, sin duda, con las formas de vivir que impone. Pero también las falsas izquierdas, con ese encender una vela a dios y otra al diablo que las caracteriza. 


En Francia triunfa la extrema derecha en las regionales al tiempo que en Venezuela triunfa la derecha contrarrevolucionaria. Argentina cayó hace unos pocos días en manos de los neoliberales. En España los pronósticos dan como posible vencedora en los próximos comicios al partido de derechas que gobierna actualmente junto con la nueva derecha que asciende vertiginosamente. 

¿Cómo explicar tanto desatino en sociedades con un estimable nivel de instrucción? Ya no es la ignorancia de los pobres lo que da el poder a la derecha, como se decía hace más de un siglo… O quizá sí, porque ¿acaso la instrucción que recibe el pueblo incluye la reflexión? ¿Acaso los planes de enseñanza incluyen el desarrollo de la capacidad de discernir sobre temas cruciales en el orden social? ¿Acaso la instrucción básica no se limita en todo nuestro mundo occidental a proveer al alumnado de cuantos conocimientos necesita para servir ciegamente a quienes manejan el poder?

El individualismo invade la moral pública. El sálvese quien pueda, la aceptación callada del dominio de los poderosos en pro de la consecución de los mayores beneficios personales prima en el sentir colectivo. Tan solo un porcentaje bajísimo de la población piensa en términos de bienestar colectivo. La mayoría, si piensan, piensan en su propio bien, pero lo más común a la hora de tomar decisiones políticas sea que no piensen, que se limiten a dar su voto a quien les cae mejor, a quien les gusta más por su aspecto, sus maneras, su forma de hablar… Como si todo eso no estuviese debidamente controlado por los asesores de imagen y los especialistas de todo orden que asisten al candidato para que este pueda engañar a la mayor parte de la gente.

No solo se engaña al pueblo durante las campañas electorales. Mucho antes de que estas empiecen ya las derechas y las falsas izquierdas sembraron en la población una forma de pensar y sentir favorable a cuanto tienen pensado decir y mostrar durante la campaña los políticos de la derecha. Luego estos no tienen que hacer más que seguir el guión y decir lo que la gente está deseando oír. Porque como bien se sabe, “solo se engaña a quien desea ser engañado”.

Podríamos preguntarnos ¿por qué no hace lo mismo la verdadera izquierda? La respuesta sería obvia: porque no dispone de los medios ni los recursos necesarios para despertar el deseo de la mayor parte de la población. Ni TV ni radio ni prensa ni recursos económicos para comprar los servicios de especialistas en la manipulación de la mente humana. Pero por encima de esos determinantes hay una razón de peso para que aun pudiendo la izquierda no siga ese método criminal: los principios éticos por los que toda ideología de izquierdas que lo sea de verdad está obligada a regirse. 

Que la derecha no tiene ética alguna está fuera de dudas. Se rige únicamente por cuanto conviene a su propio beneficio. Y si a esa falta de escrúpulos le sumamos la persecución sistemática que a lo largo de los tiempos viene sufriendo la izquierda radical, tanto por parte de la derecha como de la falsa izquierda, esa que se define como izquierda en comparación con la derecha más salvaje pero que si bien se mira difiere muy poco del paradigma dominante, entenderemos que en el mundo haya tan poca izquierda militante y tanta población pasiva dispuesta a aceptar las mentiras de la derecha. 

En nuestro mundo occidental, ese de raíz cristiana, según se dijo durante siglos y todavía se dice por más que ahora cueste creerlo, la izquierda tiene poco que hacer. La sociedad en peso está derechizada. Eso es así porque la derecha colonizó el sentir colectivo, lavó masivamente la mente de las gentes, les llenó el alma de servilismo y de codicia, de amor a lo vano, a lo innecesario para una vida humanamente digna. Y es esa falta total de valores sociales, esa visión miope de lo que es verdaderamente valioso lo que permite a las derechas manipular a la población. En épocas anteriores los medios de persuasión de la derecha no eran tan eficaces, pues se limitaban a los predicadores eclesiásticos, a la violencia de las llamadas fuerzas del orden y poca cosa más. Hoy cuentan con medios mucho más eficaces. El pensamiento rebelde está en franca desventaja. Tan solo en la Fe atesorada en lo hondo del alma cabe un lugar, aunque remoto, para la Esperanza. 

Sin duda la derecha invadirá el mundo, destruirá valores y destrozará el planeta tierra, acabando de ese modo con la humanidad entera. Pero difícilmente logrará extinguir toda oposición a sus infernales acciones antes de que todo termine. En medio de la barbarie, cuando parezca que la estupidez reine por completo en el mundo entero, habrá seres humanos conscientes que sentirán en lo hondo de su alma el amor a la vida. Y ese amor los moverá a luchar de alguna de las maneras que tengan a su alcance. La maldad persistirá, pero la lucha no parará. O al menos esta es la creencia de quien esto escribe. /PC