sábado, 18 de abril de 2015

Día Nacional del Exiliado Español en la Argentina

Un digno reconocimiento de la Nación Argentina a quienes se comprometieron en favor de la II República Española.


Abril, primavera en el hemisferio boreal. Canto a la Vida que se manifiesta con esplendor en la naturaleza y en los acontecimientos que en estas fechas se conmemoran e invitan a reflexionar. Gestas heroicas surgidas de la fe, del amor y de la esperanza que la vida conlleva. Acciones inusuales que a simple vista pueden parecer síntomas de locura. Porque locura es la vida misma, como bien señaló allá por el año 1509 Erasmo De Rotterdam en su Elogio de la locura. Locura es lanzarse a vivir sin recelo la utopía que late en lo hondo del alma. Locura es poner el espíritu por delante de la carne. Locura es anteponer el bien común al beneficio propio. Nadie con un ápice de sentido común actúa de tal modo. Nadie, a menos que en su mente prevalezca la idea de que la dignidad humana es el valor supremo.

Una de las gestas que este mes de abril hemos conmemorado es la proclamación de la II República Española, un bienintencionado aunque mal realizado proyecto que pretendía poner en el primer plano del poder legislativo los valores que nos hacen crecer humanamente. Un proyecto que en la mayor parte de los escasos ocho años que duró estuvo controlado por gente “sensata”, esa que por encima de todo vela por su propio beneficio y a tal fin somete cuanto hace. Esa que repudia cualquier alteración del orden en que se asienta el bienestar de las clases privilegiadas, basado las más de las veces (casi podríamos decir todas) en la desigualdad y en las injusticias que la causan. 

Aquella república, que no tuvo nada de loca sino que mostró de forma clara su ignorancia de que es la dignidad humana de los oprimidos lo que merece ser defendida, creó no obstante expectativas suficientes como para entusiasmar a una ingente multitud de locos y locas que por ella se jugaron la vida cuando las fuerzas reaccionarias del Estado y gran parte de la población se le echaron encima.

Brigadistas locos, venidos de diversas partes del mundo. Hombres locos y mujeres locas que se mantuvieron firmes en el frente y en la retaguardia ante los envites de las fuerzas fascistas que pretendían imponer su voluntad mediante la guerra y toda clase de violencia. Locos y locas que siguieron luchando en la clandestinidad cuando la miseria espiritual de los golpistas se había enseñoreado ya del Estado español y sometía a tortura a quienes se les opusieran.

Tantos locos y locas hubo que ni aun ganando la guerra pudieron los fascistas acabar con la bendita locura que albergaban sus almas. El mayor genocidio de Europa tras los de Hitler y Stalin no bastó para ello. Más de 120.000 hombres y mujeres con espíritu republicano fueron asesinados al final de la guerra. A esas muertes hay que añadir las desgracias personales que gentes de todo orden sufrieron en manos de los represores. Cárcel, marginación, destierro, exilio… Y aun así, no pudieron extirpar de sus mentes el sentido de la dignidad humana.

España no tiene, por desgracia, la exclusiva de la represión y la barbarie. Pero por suerte tampoco la tiene de la lucha en pro del viejo lema “igualdad-fraternidad-libertad”. El mundo está lleno de bárbaros desalmados, pero en todas partes hay hombres locos y mujeres locas que con plena conciencia de su condición humana se les enfrentan. No son luchas egoístas esas que libran. No son disputas por el bien material de quienes combaten sino la lucha por el bien común frente a quienes solo consideran el beneficio propio. 

Por fortuna algunas de esas nobles locuras reciben en algún momento el reconocimiento público. Y así, con motivo de la conmemoración del octogésimo cuarto aniversario de la proclamación de la II República Española nos llega el recuerdo de que el pasado 6 de agosto de 2014, la Honorable Cámara de Diputados de la Nación Argentina aprobó con la amplia mayoría de 200 votos a favor y solo 2 en contra un proyecto de ley por el cual el 14 de abril era declarado “El Día Nacional del Exiliado Español en la Argentina”. Un gesto que no sorprende en absoluto en una nación que tantas muestras ha dado y da de saber lo que es la dignidad humana

Vaya pues nuestro aplauso por esa decisión de la máxima institución de la Nación Argentina. Y vaya también por todos aquellos hombres y mujeres que de un modo u otro participaron de esa bendita locura que embargó el alma de quienes lucharon en favor de esos principios republicanos que dieron lugar al acontecimiento que este 14 de abril, en plena primavera boreal, hemos conmemorado. /PC



domingo, 12 de abril de 2015

Hacia la tercera, sí, pero… ¿qué clase de república?

Catorce de abril, octogésimo cuarto aniversario de la proclamación de la II República Española, un acontecimiento que merece ser recordado y reflexionado, porque “no es oro todo lo que reluce”.


No cabe duda de que la II República Española fue un loable intento de poner la dignidad humana en el primer plano de la vida pública. Pero hay que decir claro y alto y sin dejar lugar a la menor duda, que fue un intento tímido i mal definido. Un homenaje a la moderación y la prudencia condenado al fracaso, no tanto por la intransigencia de la población reaccionaria como por la falta de convicción de quienes tal empresa acometieron. 

Ni dinastías ni linajes ni privilegios de casta o de clase merecen estar por encima de la dignidad de todo ser humano. Ese principio que debiera ser el Norte de todo proceso constituyente no parece que estuviese suficientemente claro en la mente de los responsables políticos que protagonizaron aquel momento. De haberlo estado, no hubiesen echado mano de las fuerzas armadas para reprimir las huelgas obreras que reclamaban retribuciones y condiciones de trabajo acordes con la condición humana de quienes los realizaban. No hubiesen estado dispuestos, como sí lo estuvieron, a complacer las exigencias de las clases privilegiadas en perjuicio de las desposeídas. Ni hubiesen buscado la alianza con los sectores más aburguesados de la clase obrera. Muy al contrario. Hubiesen sido consecuentes y hubiesen atendido los reclamos populares de acuerdo con principios de humanidad, no conforme a los privilegios que en calidad de república debieran haber abolido.

Aquella república gestada por una burguesía bienintencionada no fue ni carne ni pescado. Fue tibia y nada revolucionaria. Fue un intento de modernizar las formas sin cambiar la estructura social, algo así como encender una vela a Dios y otra al diablo. Lo cual no significa que no aportase nada mejor que lo hasta entonces establecido, pero sí que ese aporte fue del todo insuficiente a los ojos de gran parte de aquel pueblo que llevaba siglos viendo pisoteada su dignidad humana.

La tibieza de aquellos republicanos moderados nos trajo la sangrienta represión que las rancias derechas ejercieron a partir de julio de 1936, la cual se instauró con el derecho que dan las armas y duró hasta la muerte del dictador. Una represión que acto seguido retomaron los sucesores de los golpistas de entonces de forma más blanda, con mayor inteligencia, pero más eficaz todavía. Porque como bien se sabe, es más fácil pervertir en democracia que doblegar en dictadura. Lavar cerebros bajo la égida de la libertad es infinitamente más eficaz que repetir incansablemente proclamas que nadie puede creer.

Perdió el Norte toda civilización que anteponga cualquier valor a la dignidad humana. Esa dignidad que es la clave de todo proceso humanizador, que ha dado lugar a tantísimas horas y modos de pensar, que vemos compartida por todas las tradiciones de sabiduría, que cavando hondo podemos encontrar en la base de las principales tradiciones religiosas que han llegado hasta nuestros días… Esa dignidad humana que es el único Norte que puede salvarnos del apocalíptico final al que va lanzada a velocidad vertiginosa esta civilización regida por la estupidez, la irresponsabilidad y la codicia de un colectivo humano prácticamente global manipulado por las mentes necias que gobiernan en el mundo. 

No sirven las medias tintas en los procesos de cambio. Pues si ya las revoluciones acaban caducando, más y antes caducarán los cambios que ni siquiera se atrevan a ser cambios. Cambiar algo para que nada cambie. Hacer como que sí, pero queriendo que sea no. Alzar el puño izquierdo teniendo bien escondida la derecha que agarra la billetera. Falsedad y mentira que acabará topando con su propia contradicción.

La historia está llena de mentiras. Falsos procesos reformadores, proclamas revolucionarias que fueron ideas potentes manejadas por ambiciosos sin escrúpulos… ¡FRATERNIDAD, IGUALDAD y LIBERTAD! ¿En qué quedó ese lema?

Hoy en España los espíritus progresistas claman por una tercera república. Sin duda ese clamor merece aplauso. Pero cuidado, que no vaya a ser esa tercera como aquella segunda que para nada tuvo en cuenta los pueblos que integraban el Estado ni las clases sociales que lo hacían sostenible. Como aquella segunda, que no dejó de ser en su origen un proyecto centralizador, clasista y excluyente.

A por la tercera, sí, sin duda alguna. Pero teniendo como valor supremo la dignidad humana. /PC

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http://kaosenlared.net/hacia-la-tercera-si-pero-que-clase-de-republica/

https://ecupres.wordpress.com/2015/04/17/hacia-la-tercera-si-pero-que-clase-de-republica/