viernes, 16 de agosto de 2019

Argentina recupera el pulso mientras España duerme



Qué gran aplauso nos merece el pueblo argentino en su rotundo NO a las mentiras de un gobierno de mafiosos represores, destructores de la cultura y de cuanto redunda en el bienestar de las clases menos favorecidas. Ese rechazo es una más de las muchas muestras de madurez política y conciencia social que a lo largo de su historia ha dado ese gran pueblo.

Mientras Argentina despierta del sopor en que la sumieron unos medios informativos al servicio de la más ambiciosa oligarquía, el pueblo español permanece impasible ante la continua avalancha de falsedades que los informativos no paran de segregar. Y así, en unas elecciones donde Unidas Podemos (UP) ofreció opciones de izquierda dignas de ser tomadas en cuenta, el electorado prefirió la vacuidad del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), un partido que desde 1982 es un bastión de la derecha disfrazado de izquierda.

No es extraña tanta estulticia en esta vieja España. Una profunda limpieza ideológica perpetrada por el franquismo, durante la guerra y después de ella, dejó el país sin mentes revolucionarias. Miles de muertos en combate y en la población civil. Miles de asesinatos posteriores al triunfo de los golpistas. Muerte y terror durante una larga dictadura de cuarenta años arrancaron de raíz todo el pensamiento humano que espíritus generosos habían sembrado. Y remató la desgracia cuarenta años más de una democracia de estilo burgués con los mismos poderes fácticos que sostuvieron la dictadura. La barbarie triunfó, y su triunfo llega hasta nuestros días.

Poca izquierda tenemos hoy día en esta vieja España, coto de caza de oligarcas y usureros. Pero menos sentimiento de dignidad muestra el pueblo cuando se le brinda la ocasión. El consumismo, con todo el aparato ideológico que conlleva, ha hecho estragos en la mente de la gente. Ya nadie piensa más allá de lo que afecta a su presente inmediato. Ya ni el futuro de sus hijos les mueve a pensar en la trascendencia de las decisiones políticas.

No luce la esperanza por acá en los tiempos que corremos. Ni en los años del nacionalcatolicismo hubo tanto lavado de cerebro como lo hay ahora. El terror y el clero juntos no pudieron lo que puede hoy día el televisor. Gracias a él y a los inestimables servicios de unos profesionales expertos en desinformación y publicidad, dejan de pensar las gentes y entran en permanente estado de idiotez. Y así, sin esfuerzo alguno, los bandidos profesionales ocupan los cargos que dirigen el destino de la nación.

La codicia de los ricos marca el ritmo de los azotes que recibe el pueblo desposeído. Una restricción tras otra va apretando la soga en las gargantas. La asfixia crece. La gente aguanta sin apenas respirar. ¿Hasta cuándo?

Hoy es el pueblo argentino quien grita BASTA. Su grito resuena lejos, como resonó el de todas las gargantas que lucharon y el de quienes dieron su vida en aras de la libertad. Fruto de esas resonancias fue la huelga de La Canadiense en Barcelona, en febrero de 1919, la cual dio lugar al primer decreto de jornada laboral de ocho horas que dictó un gobierno en el mundo entero. Nunca se sabe el alcance de una lucha. Pero ninguna es estéril.

Sabemos que los violentos no se van a rendir. Que su afán de tener esclavos no va a menguar por unas nuevas derrotas. Que van a morir matando. Que su política es de tierra quemada y campos sembrados de sal. Pero también sabemos que la humanidad progresó en derechos cuando unas almas rebeldes se lo propusieron.

Hay que evitar a toda costa que la molicie de las gentes se una a la violencia de los opresores. La lucha tiene diversos frentes y hay que combatir en todos. Hay que cultivar la rebeldía sin tregua. Todo es cíclico en la vida. Las semillas que esparce el viento germinan y arraigan cada tanto. Habrá que ver cuánto tardan en brotar de nuevo en esta vieja España. /PC