sábado, 14 de febrero de 2015

El ilusionismo político actual en Cataluña

"Quien quiera gobernar debe saber engañar" (Maquiavelo)


Pronto hará cinco siglos que corre por el mundo el libro de Niccolò Machiavelli titulado "Il Principe", en el que da consejos útiles para los que ejercen o quieren ejercer el arte de gobernar. Como suele ocurrir casi siempre cuando se trata de clásicos del pensamiento, no es necesario haberlo leído para llegar a las mismas conclusiones que él, porque los hechos que la vida nos muestra las hacen evidentes.

Decía Maquiavelo que para gobernar hay que saber engañar. No tenemos ninguna duda porque día tras día vemos como el poder reside en manos de los mentirosos, de los que más habilidad y más medios tienen para prometer en campaña lo que saben bien que luego no darán, bien porque no les será posible o bien porque no les conviene darlo. Y vemos también como sus fechorías quedan impunes al amparo de mentiras tan descomunales que no hay quien se las trague. Es evidente que el cinismo es una característica bastante común entre políticos exitosos.

También está claro que la mayor parte de los engaños se hacen con la colaboración de los engañados, tanto en el orden político como en todo. Así lo señala Maquiavelo cuando dice que "los hombres somos tan bobos y vivimos tan pegados a nuestras necesidades que quien quiere engañar siempre encuentra alguien que se lo ponga fácil". Lo vemos siempre que los líderes políticos ofrecen lo que el público desea, ya sea bienestar económico, libertad, o cualquier otro beneficio que no exija esfuerzo. Porque eso sí: lo que la gente quiere siempre es que alguien le saque las castañas del fuego.

Bien mirado lo que dice Maquiavelo es que un buen político debe ser un hábil ilusionista. Que tiene que hacer ver al pueblo que le puede dar o conseguir lo que desea. Que la realidad no es la que es sino la que todo el mundo quiere que sea. Y sobre todo, que él es la persona adecuada para llevar a buen puerto el deseado proyecto. Ilusionisme en grado máximo! Magia pura! Hipnosis! Esta es, sin duda, la base del arte de gobernar que tienen que aprender bien los profesionales de la política que quieran tener éxito. 

Gracias al buen aprendizaje que nuestros gobernantes han hecho de estos maquiavélicos principios, podemos ver cómo los políticos de derechas, los que defienden por encima de todo los intereses de las clases privilegiadas prometen al pueblo mejoras económicas contrarias a los intereses de sus patrocinadores. Y gracias también a la mencionada necesidad de ver complacidas sus íntimas aspiraciones vemos como sus votantes creen estas promesas sin dar lugar a reflexión alguna, guiados sólo por la simpatía que les despierta la figura del candidato cuando les promete cuanto desean recibir en premio por votarle.

No nos referiremos ahora a los herederos del golpismo fascista que hablando de democracia gobiernan con la prepotencia que fue propia de los años de la dictadura. No. Nos fijaremos en aquellos que con menosprecio de la verdad dicen estar al lado del pueblo mientras aplican políticas neoliberales que son ruinosas para el pueblo. En aquellos que dicen amar a la patria pero apoyan presupuestos que disminuyen servicios públicos y perjudican a la mayor parte de la población. En aquellos que enarbolan la bandera independentista pero no mueven un solo dedo para ofrecer a la totalidad de la población ninguna perspectiva de futuro que pueda animarla a querer vivir en una Cataluña libre donde la justicia social esté por encima de los privilegios de clase. Nos fijaremos en aquellos que con ignorancia absoluta de la realidad y basándose tan sólo en una elemental aritmética nos quieren hacer creer que para tener un país libre y cabal basta con que la mitad más uno de los votantes opte por un partido independentista. Nos fijaremos en aquellos que se llenan la boca hablando de la Cataluña que queremos como si todo el pueblo catalán quisiera lo mismo; como si en nuestro país no hubiera quienes quisieran un pueblo de esclavos al servicio de las clases privilegiadas.

Estos políticos que acabamos de señalar son auténticos ilusionistas, magos creadores de ilusión colectiva que, valiéndose del noble y muy legítimo anhelo de independencia del pueblo, dan soporte a su carrera política mediante promesas que saben a ciencia cierta que no pueden cumplir.

Vivir con ilusión es bonito y necesario. Pero ilusionar al pueblo mediante engaños es pura bellaquería, puro engaño, pura estafa propia de gente ruin.

Seamos críticos. Tengamos un mínimo de sensatez. No renunciamos a nuestras ilusiones, a nuestros anhelos de justicia y libertad, pero no nos dejemos engañar. No nos dejemos seducir por cantos de sirena que nos hagan naufragar, que nos arrastren a una ruina más que probable.

La libertad patria es un derecho irrenunciable. Pero cuidado, no sea que quienes dicen quererla  nos arrastren hacia la más total dependencia de este lobby de banqueros que es la UE.

La libertad y la independencia no nos bajarán del cielo sino que requieren el esfuerzo y el compromiso de todo el pueblo. No basta con izar banderas tricolores o estrelladas sino que es preciso implicarse en los equipos de trabajo que tengamos a mano. Cada cual según sus posibilidades, con ilusión y con ganas pero, sobre todo con sentido crítico, poniendo no tan solo el corazón sino la cabeza. / PC