viernes, 27 de junio de 2014

La revolución en marcha

En el 15M la primavera del pueblo desafió al invierno capitalista. La indignación tomó cuerpo. La dignidad creció. El corazón humano se enfrentó a la frialdad especulativa de la criminal tecnocracia. El pueblo se alzó. El sentido de lo justo venció a la indiferencia y la revolución se puso en marcha.


La fuerza que empuja al pueblo revolucionario brota de lo hondo del alma. De un alma que es patrimonio del sentir digno, del compartir humilde, de quienes no se resignan a vivir en la opresión, de quienes tienen y sufren verdadera hambre y sed de justicia.

La revolución no consiste en sacar del poder a unos ladrones para poner a otros. Ni siquiera si esos otros fuésemos a ser nosotros. La revolución consiste en poner lo justo donde ahora prima lo injusto. En cambiar la sumisión por libertad, la opresión por igualdad, la competencia por colaboración y fraternidad. Esa es la esencia del espíritu revolucionario. Lograr que el pueblo sea quien así sienta, piense y viva es la gran tarea revolucionaria, es la revolución misma.

La revolución exige trabajo. Para que la revolución sea posible hay que avivar la luz en el alma de la gente, un trabajo tenaz que hay que llevar a cabo sin tregua ni desánimo, sin pausa ni cansancio. Esa tarea, que es absolutamente necesaria, es fatigosa y exige vigilancia porque a menudo conlleva riesgo. Riesgo de sufrir los ataques de la intolerancia. Vigilancia para no perder el Norte y caer en lo mismo que se combate. Porque mal camino llevamos si amamos lo mismo que ama aquel a quien por su conducta odiamos.

Todo cuanto de bueno anida en el corazón del ser humano es materia revolucionaria. La revolución ama la justicia, la igualdad, la fraternidad, la libertad, la paz. Rechaza el autoritarismo, la opresión, la violencia, el dominio de los demás, la injusticia. La revolución es amor, sacrificio, heroísmo. Apostar por la revolución es pura filantropía, puro heroísmo.

En todo acto heroico es el corazón quien manda. De ahí que nutrir el corazón sea tan importante. Nutrirlo de bondad y preservarlo del odio, del rencor, de la mezquindad disfrazada, de todo cuanto destruye. Tan solo el amor da frutos y construye. 

Nutrir el corazón exige gestos. Acampadas, marchas, mítines, manifestaciones de todo orden que sirvan para enardecer a quienes luchan y para transmitir el espíritu que les mueve a quienes todavía permanecen en actitud pasiva. Ninguna revolución triunfa si no es el pueblo en peso quien la protagoniza. Ningún pueblo se mueve si no hay líderes estimables que lo empujen.

El liderazgo revolucionario exige poner la dignidad por delante del ego. Tan solo quien tenga la humanidad necesaria para vivir con ese sentimiento y actuar con esa idea podrá ser líder en un proceso revolucionario.

El gran enemigo de la revolución es el individualismo. La revolución fracasa donde triunfa el egoísmo, el afán de protagonismo. Quienes quieren capitalizar la revolución en provecho propio son los principales enemigos del proceso revolucionario. Cuidado pues con las banderas, no sea que en vez de unirnos nos separen y hagan que haya competencia donde debiera haber colaboración. No sea que mirándolas se nos enturbie la visión y nos confundamos de enemigo.

La lucha revolucionaria exige el paso del ego al amor. No hay revolución si no hay amor. Vivimos en una sociedad que ha perdido la noción de lo que es amar. Lo confundimos querer y con desear. Deseamos, codiciamos, ansiamos poseer… Pero no amamos. El amor es libertad, respeto, apoyo… Nunca posesión.

La posesión es propia del desamor. El desamor es una de las muchas desgracias contra las que es urgente movilizarse. En el desamor, el otro puede llegar a ser visto no como un ser humano sino como un objeto, algo a usar. Pero aun en el mejor de los casos no es un hermano sino un extraño, un competidor, alguien de quien hay que guardarse, alguien en quien no se puede confiar. En el desamor no hay prójimo, no hay compañero ni compañera, no hay sentimiento colectivo. Luego no hay posibilidad alguna de llevar a cabo la revolución. Es más, sin amor la revolución no tiene sentido. No lo tiene porque quien no ama no tiene por quien luchar.  

Unámonos, pues en la lucha. Seamos iguales de nuestros iguales. Avancemos codo a codo, hombro a hombro, sin resquicios, sin fisuras, sin distancias, con confianza. Impregnémonos el alma de solidaridad, de compañerismo, de humanidad… Y no dudemos ni un instante de que si así lo hacemos, venceremos. /PC

viernes, 20 de junio de 2014

La independencia no basta

Nada podrá cambiar el pueblo catalán mientras siga siendo súbdito del Estado Español, ya sea este una monarquía o una república. Pero tampoco podrá cambiar nada mientras el poder fáctico esté en manos de la burguesía. Para que algo cambie se necesita un contrapoder popular fuerte en Catalunya.


Que en Madrid se determine cual debe ser la lengua vehicular en las escuelas de Catalunya no es sino continuar con el agravio impuesto por la España vencedora sobre la Catalunya derrotada en 1714 y vuelta a derrotar en 1939. Es una prueba clara de que para quienes legislan y gobiernan en el Estado español Catalunya es una posesión española dentro de la misma Península Ibérica, un preciado botín de guerra al cual no están dispuestos a hacer concesión alguna.

La falta de respeto por los derechos de las personas y por la idiosincrasia de los pueblos sujetos al poder del Estado que muestran quienes gobiernan es pura vergüenza. El único derecho que rige sus decisiones políticas es el del vencedor sobre el vencido. Mal camino para la paz, pues que ello obliga a la colonización permanente del territorio dominado y el dominio de su población, a ejercer presiones y negar derechos al vencido y a poner los intereses del vencedor por encima de los más elementales principios de justicia y humanidad.

Todas las esperanzas que pudieran latir en tiempos de la dictadura para cuando esta llegase a su fin han resultado vanas. La feroz tenaza del poder estatal sigue oprimiendo a toda la ciudadanía. El vasallaje del pueblo catalán sigue intacto. Ni pactos ni reclamos son escuchados desde el gobierno español. Tan solo sumisión y acato hay en su oferta. Y por si eso fuese poco ahí tenemos los continuos ataques del gobierno de derechas del PP y sus aliados a la cultura catalana i en especial a la mayor seña de identidad cual es la lengua.

No hay vías de entendimiento entre el pueblo catalán y el Estado español porque ninguno de los partidos mayoritarios tiene voluntad de que la haya. El pueblo catalán está ya harto y saturado de sumisión y de ignominia. Luego solo le queda a este la vía de la independencia para alcanzar el derecho natural de gobernarse.

Pero de poco le va a servir al pueblo catalán esa tan ansiada independencia mientras el poder del nuevo Estado catalán esté en manos de la burguesía. Porque esa burguesía catalana, tan amante de su lengua y de su identidad patria, no hace sino dar soporte a las políticas austericidas que dimanan desde la UE vía Madrid. Y esas disposiciones económicas, que son puro latrocinio perpetrado por la oligarquía financiera, están arruinando la vida del pueblo español y en consecuencia la del pueblo catalán.

Que en Madrid se determine la política económica que debe seguir la nación catalana es un oprobio. En eso estamos de acuerdo quienes compartimos sentimientos identitarios catalanes, seamos ricos o pobres. Pero que además de una ignominia sea una condena irremisible hacia la miseria de la clase obrera catalana, eso no va a ser rechazado por la burguesía catalana, puesto que ella siempre ha vivido a expensas de la explotación de las clases pobres.

No se va a oponer la burguesía catalana al desmantelamiento del estado de bienestar sino al contrario, que lo va a propiciar, al igual que lo está haciendo ahora, mediante la sumisión a las disposiciones económicas que dicte la UE, por más que estas no vengan ya vía Madrid.

Que nadie se llame a engaño, pues una independencia que nos venga de la mano de la derecha catalana, por más que la reclame el sentir popular, no va a ser una liberación sino un simple cambio de amo. El pueblo va a seguir sufriendo el acoso legal de las clases privilegiadas.

Al pueblo catalán no le basta con zafarse del poder del Estado español. No le basta con lograr la independencia. El pueblo catalán necesita un cambio radical en las relaciones de poder con las clases privilegiadas. Un cambio que sea una auténtica revolución, porque la libertad no admite medias tintas. Se es libre o se es esclavo. Y no hay más. /PC

PUBLICADO EN:
http://www.kaosenlared.net/secciones/s2/opinion/item/90530-la-independencia-no-basta.html

http://ecupres.wordpress.com/2014/06/30/la-independencia-no-basta/

sábado, 14 de junio de 2014

La lengua vehicular en la enseñanza reglada en Catalunya

El debate transmitido por la cadena de TV autonómica catalana el pasado 12 de junio dejó claro que el nacionalismo español sigue teniendo vivo su afán de dominio y también que entre la población castellanoparlante de Catalunya hay quienes se sienten respaldados por el derecho de conquista.


El ataque lingüístico que el gobierno de España viene ejerciendo sobre Catalunya en estos últimos años ha llegado a niveles de desvarío. Desde hace treinta años, con el traspaso de competencias a los gobiernos autonómicos, se estableció que la lengua catalana fuese la vehicular en las escuelas de Catalunya. Al mis mismo tiempo se acordó dedicar igual número de horas lectivas al estudio de las lenguas catalana y castellana. Tal decisión ha dado como fruto positivo el dominio de dos lenguas a las jóvenes generaciones y ha hecho posible la convivencia de las dos comunidades lingüísticas en un mismo ámbito territorial. Cuestionar esos logros y las decisiones de gobierno que las hicieron posibles es de una cortedad de miras difícilmente aceptable.

En el debate de referencia, una de las contertulias pedía que la lengua vehicular de la escuela básica en Catalunya fuese indistintamente el catalán y el castellano y argüía que ese es su derecho. Esa persona daba muestra evidente de ignorar el largo proceso de persecución lingüística que desde hace tres siglos viene sufriendo la nación catalana. Ella y quienes como ella opinan, dan muestras claras de ignorar o dar por bueno que con el triunfo del Borbón Felipe V en la guerra de sucesión española le fueron anulados los fueros a Catalunya y prohibido el uso de su lengua en documentos públicos, así como impuesta la enseñanza obligatoria del catecismo en lengua castellana. Y también que con el triunfo de las tropas fascistas sobre el legítimo gobierno de la República Española en 1939 y la implantación de la dictadura que nos gobernó durante cuarenta años se prohibió tajantemente la enseñanza de la lengua catalana en todo el ámbito escolar. Consecuencia de ello fue que quienes fuimos escolarizados entre 1939 y 1978 crecimos analfabetos de nuestra lengua materna. La cultura catalana fue ignorada por completo en la escuela básica. Nuestros héroes patrios eran Don Pelayo, El Cid Campeador, los Reyes Católicos, etc. Todo lo cual, se mire como se mire, son acciones de puro genocidio cultural sobre el pueblo catalán.

Ignorar cuanto antecede y proponer la vuelta a la normativa de los tiempos de la dictadura es querer recordarle a todo el pueblo catalán que Catalunya es, aún en el día de hoy, un territorio ocupado e invadido. Ocupado militarmente por las fuerzas armadas del Estado Español desde hace tres siglos. Invadido civilmente por quienes al amparo de esa fuerza agresora se sienten con derecho a imponer su nacionalismo español en la ancestral patria de la nación catalana.

Desde que en 1939 se instauró en España la dictadura, los sucesivos gobiernos se han dedicado a ocultar la existencia de la nación catalana. Con tanta aplicación lo hicieron, que la mayor parte de la población que emigró allá por los años 50 desde diversas zonas de la península hacia Catalunya lo hizo sin tener conciencia de que estaban ocupando la tierra del pueblo catalán. De ahí que una buena parte de esa gente no se sintiese con la obligación moral de respetar al pueblo que invadía. Y según dice el refrán, “de aquellos polvos vinieron estos lodos”. Hoy la idea de que Catalunya es parte de España está fija en la mente de una buena parte de la población castellano parlante que habita tierra catalana. 

Invadir por las armas el territorio de otro pueblo imponiéndole leyes y lengua es un atropello. Y cualquier derecho del invasor que devenga de ese atropello, por más que haya sido legalizado, es ilegítimo.

No somos amantes de fronteras que impidan la libre circulación de las personas a lo largo y ancho del planeta Tierra. Pero los territorios que ocupan los pueblos tienen que ser administrados, cuidados y protegidos de los desmanes de quienes de forma desaprensiva maltratan o pretenden apropiarse de lo que es patrimonio común. Y esa administración y cuidado requiere organización y demarcaciones que no pueden ser ajenas al pueblo que habita en cada territorio.

Si ningún ser humano tiene derecho a imponer su voluntad sobre otro ser humano, ningún pueblo tiene tampoco derecho a imponer la suya sobre otro pueblo. Los derechos de los pueblos dimanan de los derechos de las personas que los forman. La rapiña y el botín de guerra no pueden ser nunca legítimos, por más que el vencedor los legalice.

La lengua, la religión y las leyes fueron armas colonizadoras desde tiempos remotos. Durante siglos la fuerza bruta ha sido una forma universalmente aceptada de relación entre personas y pueblos. Pero ya en el siglo XXI cabe esperar que esa relación se base en otros principios. El respeto a la dignidad humana debe suplir al derecho de la fuerza. El espíritu de convivencia, al afán de dominio. Quien no entienda esto debe reflexionar profundamente antes de opinar sobre temas en los que entre en juego la relación de Catalunya con el Estado Español. En caso de no hacerlo dará testimonio vivo de estar aferrándose a principios éticos que en absoluto van a mejorar la convivencia en el mundo. /PC

sábado, 7 de junio de 2014

La chispa de la libertad.

Ni monarquía ni república burguesa sino contrapoder popular. Pero que nadie se confunda, que nada vamos a cambiar mientras sigamos deseando lo mismo que veníamos deseando. El triunfo del capitalismo se basa tanto en el control de nuestras necesidades como en el de nuestros deseos.


El gran público debiera saber que la mente de cada ser humano está condicionada para ver, sentir, pensar y actuar de un modo conveniente a los intereses de quienes la condicionaron. Y que los medios de que se vale el capitalismo para esclavizar la mente del pueblo son diversos, pero que todos ellos están presentes y activos en nuestro día a día, en nuestra vida cotidiana.

Vivimos atrapados en un mundo que es una ratonera. Sueldo, trabajo, vivienda, escuela, espectáculos, medios audiovisuales, informativos... Miremos hacia donde miremos veremos la poderosa mano del capitalismo. Pocas cosas hay que escapen a sus tentáculos. ¿Cómo imaginar otra forma de vivir si todo cuanto vivimos está inmerso en esa nefasta ideología que destruye la humanidad y la naturaleza donde esta se asienta?
   
El descontento general es evidente. Los niveles de pobreza suben de forma alarmante. Los gobiernos recortan presupuestos en todos los servicios básicos para el pueblo y destinan gran parte de la hacienda pública a engrosar las arcas de los poderosos. El pueblo toma conciencia de que está sufriendo un atropello a gran escala organizado por los poderes estatales. Toma conciencia y protesta. Abundan las manifestaciones y cada día se incorpora más gente a la defensa de los derechos de la ciudadanía.

Defender lo justo es lo que ha hecho progresar a las sociedades desde formas de gobierno autoritarias hasta otras más respetuosas con la dignidad humana. Hemos abolido monarquías y hemos instaurado repúblicas. Hemos hecho leyes intencionadamente igualitarias, por más que en la práctica resulten las más de las veces discriminatorias porque, según reza el refrán, “hecha la ley, hecha la trampa”. Con la historia en la mano podríamos decir, sin duda alguna, que en los últimos siglos hemos progresado sensiblemente en justicia social. Pero el rumbo de ese progreso ha cambiado y en la actualidad la “trampa” aventaja a la “ley”. La justicia ha retrocedido espectacularmente y la dignidad humana se ve seriamente amenazada. Cabe preguntarse por el motivo de este retroceso. ¿Qué es lo que da ventaja a los tramposos?

No nos cabe duda de que la causa está en la colonización que el capitalismo ha hecho del pensamiento colectivo. Una colonización hecha a base de desinformación y represión. Leyes aparentemente progresistas filtradas por una línea de pensamiento profundamente liberal que han legalizado injusticias causantes de desigualdades sociales. El control de los medios de difusión por las capas de población privilegiadas ha difundido sin parar mentiras y medias verdades favorables a los intereses del poder establecido. Y muy por encima de todas esas herramientas de opresión, el control del dinero, en función del cual se desarrolla la forma de vida que se sigue en prácticamente todo el planeta Tierra.

La dependencia que los humanos tenemos del dinero marca todo nuestro modo de pensar y sentir. Su escasez nos angustia. Su carencia puede acarrear nuestra muerte. De ahí que lo adoremos y que adoremos todo cuanto representa su tenencia, tal como autos caros, lujo burgués y formas de relación social competitivas que supuestamente nos lo hacen asequible. Quienes controlan el dinero controlan la conducta de la gente.

Un pueblo que tiene su pensamiento centrado en el dinero, no en la convivencia, nunca será un pueblo donde brille la justicia. Nadie aspirará en él a la igualdad en tanto no le sirva para ascender socialmente. No apostará por la fraternidad, como no sea a modo de complaciente autoadmiración. No brillará en él la libertad en tanto que esta exija poner los derechos del prójimo al mismo nivel que los propios. Y mientras eso no cambie, no dejaremos de exigirles a quienes nos gobiernen un alto nivel de vida, así sea a costa de la explotación de otros pueblos dominados militarmente por nuestro mundo rico.

No hay república que pueda mantener sus ideales de libertad, igualdad y fraternidad cuando el pensamiento colectivo se centra en la codicia. Más tarde o más temprano sucumbirá a la tiranía de quienes por encima de la dignidad humana ponen la economía.

A nadie le gusta verse privado de lo necesario, pero tendremos que ponernos de acuerdo acerca de qué es lo necesario. Porque mientras sigamos pensando en lujos y riquezas materiales que exigen sacrificios a los pueblos sometidos y a las clases desposeídas seguiremos navegando a merced de una brújula permanentemente mareada y nos extraviaremos. /PC


PUBLICADO EN:

http://www.kaosenlared.net/component/k2/item/89429-ni-monarqu%C3%ADa-ni-rep%C3%BAblica-burguesa-sino-contrapoder-popular.html

http://ecupres.wordpress.com/2014/06/09/la-chispa-de-la-libertad/

miércoles, 4 de junio de 2014

Entre la Abstención Activa y Syriza

Sin ánimo de polemizar y después de habernos esforzado inútilmente por entender esa “maravillosa” estrategia de la Abstención Activa.


Hay cosas que a las pobres gentes de pocas luces -de las cuales puede muy bien ser que formemos parte- le cuesta entender. Una de ellas es que los humanos escarmentemos tan poco en cabeza ajena y tropecemos en la misma piedra que tropezaron quienes nos precedieron en el camino.

Sabemos que las instituciones políticas que nos convocan a las urnas no nos representan. Sabemos que están en manos de auténticos villanos. Sabemos que tienen una gran fuerza y un poder inmenso porque controlan todo lo que les hace falta, empezando por los medios de difusión de noticias y cuentos. Pero sabemos también que ya en tiempos de la II República Española la izquierda radical entendió que abstenerse era regalarle a la derecha el gobierno del Estado. Que era darle vía libre para que legislase según le viniese en gana y pudiese reprimir luego a su gusto con todo el basamento legal que sin demasiadas trabas hubiese armado.

Lo dicho y más lo sabemos por haberlo escuchado de boca de nuestros mayores quienes nacimos en aquellos históricos tiempos de república. Lo pueden saber quienes cargan menos años a sus espaldas porque está escrito en los libros de historia. Y aunque no lo supiese puede llegar a esa conclusión todo ser humano que sin demasiados principios ideológicos tenga dos dedos de sentido común. ¿Por qué, pues, repetir lo mismo una y otra vez?

Algo extraño a nuestro modo de pensar debe de ocupar un lugar en la mente de esa militancia de izquierda (si es que de verdad es izquierda) que propone la Abstención Activa. Algo cuya carencia nos impide entender qué pretenden, a dónde quieren ir a parar y por qué caminos piensan llegar.

En nuestra simpleza somos capaces de pensar que la izquierda debe dar la batalla allí dónde la derecha se la presente. Que regalarle armas al enemigo o dejar que tome ventaja es una soberana estupidez. Pensamos que son los hechos y no las intenciones lo que determina el curso de la historia, lo cual nos impide distinguir entre una abstención abúlica y otra plenamente consciente, dado que ambas conllevan los mismos resultados.

No entendíamos antes del pasado domingo y seguimos sin entender hoy qué sale ganando el pueblo con el triunfo político de la derecha. Entendemos, eso sí, que la izquierda se organice y dé la batalla en todos los frentes, incluido el electoral, como la está dando Syriza en Grecia, por poner un ejemplo animoso y estimulante. Lo entendemos pese a que sabemos muy bien lo bestia que es la ultraderecha y de lo que son capaces los sicarios del capitalismo. Pero no vemos ninguna razón por la cual haya que abandonar el frente electoral cuando en él se puede obtener algún resultado favorable, siquiera sea el de ocupar puestos para que no los ocupe el enemigo.

No vamos a aburrir con largos argumentos a quienes nos honran leyendo este escrito sino que nos vamos a limitar a sugerirles un par de lecturas. Una, concisa y fácil de entender, del profesor Juan José Torres López. La otra, un artículo más extenso que nos llegó hace unos días a través de REBELIÓN. Espero que ambas merezcan su atención.

Y discúlpennos ustedes que propongamos esta reflexión a toro pasado, cuando ya las urnas han sido abiertas y su contenido ha sido publicado. Antes del domingo ya dijimos lo que nos pareció adecuado [1]. Pensamos que las decisiones personales deben ser tomadas libremente y también que reflexionar es tarea necesaria por más que pueda ser tardía para el presente. /PC

[1]   “Entre el inmovilismo y el populismo”
http://www.kaosenlared.net/secciones/s2/opinion/item/88352-entre-el-inmovilismo-y-el-populismo.html


LECTURAS RECOMENDADAS:

Juan Torres López, “El valor del voto”.
http://juantorreslopez.com/impertinencias/el-valor-del-voto/

Carlos Fernández Liria y Luis Alegre Zahonero, “La Izquierda, el sentido común y el cristianismo”
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=184680

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