martes, 16 de octubre de 2012

La astucia de la derecha catalana


Está bien claro que en Cataluña tenemos gobierno de derechas para rato. El actual presidente de la Generalitat y sus asesores la saben larga. Según declaraciones que el muy honorable señor Mas ha hecho en una entrevista emitida por TV3, el gobierno que surja de las próximas elecciones, que se prevé tengan un buen rendimiento político para los independentistas catalanes, iniciará un largo proceso de tramitación democrática a fin de conseguir el amparo internacional al derecho de convocar un referéndum sobre la independencia de Cataluña.

Está bien claro que esos trámites no van a ser cosa de cuatro días sino un proceso de larga duración durante el cual la derecha catalana, con el soporte parlamentario de los partidos independentistas, seguirá haciendo de las suyas en materia de política económica y social.

En una situación como la presente, con un pueblo enfervorecido por la idea de independizarse de la opresora España, decir o hacer algo que cuestione las intenciones o la conducta de los políticos que lideran y alientan el fervor patrio comporta riesgo de ser tomado como traición. Y eso es así incluso cuando los que se cuestiona o crítica no tenga nada a ver con el tema de la independencia patria. La investidura de líder independentista comporta más inmunidad que la propia de parlamentario.

Lo malo de esa inmunidad concedida por el fervor popular está en que a menudo se convierte en impunidad. Lo vemos de continuo, cuando ninguna mentira hábilmente tramada puede ocultar a los ojos del pueblo las fechorías de políticos desaprensivos. Políticos corruptos que con maniobras y artimañas salen impunes de manos de la justicia que juzga sus delitos son votados nuevamente por sus fieles seguidores que los vitorean y aplauden como si de personas honorables se tratase. ¿Que significa eso? Pues sin duda alguna significa que los ojos noven lo que es evidente sino lo que el corazón les permite ver, Y puesto que el corazón puede más que la razón, absolvemos a nuestros favoritos incluso de los delitos más graves. ¿Acaso no ocurre lo mismo con el fútbol? ¿Hay algún hincha que se queje porque no le hayan sancionado una falta a su equipo?

Cataluña está movilizada, como el resto del estado, en protestas por los duros recortes que la derecha mundial nos impone. Un día tras otro es noticia alguna manifestación que ha sido reprimida por los guardianes del orden público. Pero curiosamente ninguna de esas manifestaciones alcanza ni de lejos cifras que se acerquen a la multitudinaria manifestación patriótica que tuvo lugar en Barcelona el pasado 11 de setiembre, fiesta nacional de Cataluña. ¿Que significa eso, que al pueblo le da igual que le roben el fruto de su trabajo? No, no parece creíble que a la gente le dé igual tener o no trabajo con que ganarse el sustento, poder ir al médico cuando le haga falta y tener las medicinas y los cuidados hospitalarios que necesite, o que ir a la universidad vuelva a ser un privilegio de clase. Y no obstante, la gente no manifiesta su indignación por esos recortes de servicios, que son auténticos agravios a la dignidad humana, con la misma vehemencia con que reclama la independencia de la patria. Cabe preguntarse por qué ocurre eso.

Una de las razones de lo que acabamos de señalar podría ser la falta de conciencia de clase que padece la mayor parte de la población catalana. Somos catalanes sin duda alguna, pero no nos sentimos obreros, por más que dependamos de un sueldo y de que este dependa de que nos quieran contratar. Desde que nos invadió el consumismo el pueblo empezó a pensar y sentir como los ricos y a tratar de emularles. Coches cada vez más lujosos, viajes de vacaciones al extranjero cada vez más lejos, segundas residencias de fin de semana, restaurantes y gastos superfluos sin fin... Y todo eso al alcance del pueblo sin que este se haya tenido que tomar la molestia de defenderlo por que el sistema ya nos lo da sistemáticamente. A nadie le pasaba por la cabeza que el sistema no da nada de balde y que lo que no podemos defender nos puede ser arrebatado en cualquier momento.

Quizá tardemos mucho tiempo todavía en tener conciencia de clase. Quizá durante mucho tiempo no bastará para sublevarnos con que los políticos nos refrieguen la injusticia por el rostro. Los políticos de todo el mundo saben bien que mientras tengan con qué llenar el corazón del pueblo lo podrán engañar vilmente, Y los políticos catalanes no son una excepción, por desgracia. Ahora que es tiempo de vacas flacas y el consumismo se acaba, jugarán la carta de la patria, harán méritos como patriotas y, entretanto, esquilmarán al pueblo.

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