Venerado en diversas culturas, santo patrón y protector
de ciudades, naciones y reinos, el legendario San Jorge es desde hace siglos un
símbolo de la lucha contra el mal. Es representado tradicionalmente en forma de
caballero medieval luchando contra un feroz dragón para salvar a una doncella
que iba a ser devorada por la inmunda bestia. En calidad de caballero no faltan
infinidad de leyendas que le atribuyan milagrosos hechos de armas al lado de
huestes cristianas peleando contra infieles. Paradójicamente, porque ocurre que San Jorge es también
venerado en algunos entornos musulmanes. El mundo cristiano celebra su fiesta
el 23 de abril, ya que en esa fecha del año 303 se supone que murió decapitado por
negarse a renunciar a su fe cristiana.
Pese a que su historia arranca en Capadocia (actual
Turquía) allá por el 280, en pleno imperio romano, son muchísimos los lugares
del planeta que hoy celebran la festividad de San Jorge, desde el Cercano
Oriente y África hasta América Latina
tras pasar por Europa. Entre ellos figura en un lugar preferente para quien
esto escribe la mediterránea Catalunya, donde se celebra desde muy antiguo el
día de los enamorados, fiesta primaveral por excelencia, en la cual es
tradición de obligado cumplimiento regalar una rosa roja a la amada. Y puesto
que el 23 de abril es a la vez el Día Internacional del Libro, es costumbre
también en esta fecha regalar libros, ya sea o no en correspondencia al
obsequio de la pasional rosa.
Es lindo ver cómo los tiempos cambian en tanto que se
conservan tradiciones como la que nos ocupa. Que la gente se obsequie, ya sea
como testimonio de amor o simplemente como manifestación de franca amistad, nos
muestra que la especie humana, pese a las muchas atrocidades que ha cometido y
sigue cometiendo, encierra en su propia naturaleza gérmenes de bondad capaces
de sacar a flote este mundo que cada día tenemos más motivos para considerarlo
poco menos que perdido. La irracionalidad y la codicia destruyen a velocidad de
vértigo de forma irreparable la naturaleza, en tanto que la maldad y la
ambición destruyen logros sociales que habían sido elaborados trabajosamente a
lo largo de años de reflexión y esfuerzo.
Figuras como la del legendario San Jorge, capaces de
entregar su vida antes que renunciar a su fe, nos pueden servir de estímulo,
más allá de que creamos o no en ellas, para mantenernos firmes en nuestras
convicciones más hondas, aquellas que dan base a nuestra existencia y
fundamentan nuestro modo de vivir. Seguir los dictados del corazón, más allá de
toda consideración de conveniencia es lo que impulsa las grandes empresas, lo
que nos hace vivir humanamente y nos hace pelear contra las injusticias. Porque
no son quimeras, como en las legendarias narraciones, lo que nos amenaza hoy
día sino la criminal organización a nivel mundial de una codicia tan monstruosa
como nunca la habíamos imaginado. La mentira, la falsedad y el crimen están a
la orden del día en gran parte del mundo que otrora se autodenominó civilizado
y hoy se las da de inteligente, lo cual demuestra que no fue ni es una cosa ni
la otra. Dándoselas de civilizado destruyó admirables civilizaciones y hoy
destruye el planeta que habitamos con gran perjuicio para toda la humanidad.
Si el crimen se organiza a nivel mundial, justo es que a
nivel mundial se organice la defensa. Por eso hoy más que nunca son de aplaudir
las acciones de resistencia que diversas organizaciones civiles promueven en muchas
ciudades. Concretamente acá en España, en este fin de semana hay en varias
capitales de provincia actos de protesta por la inhumana conducta de esa UE a
la que no le basta con financiar y organizar guerras sino que luego niega la
acogida a quienes de ellas huyen. Y acá en Catalunya, Barcelona encabeza un
movimiento de municipios que se niegan a aceptar el Tratado Internacional Transatlántico
TTIP. Más que intereses políticos partidistas, lo que necesitamos hoy son
organizaciones civiles que creen conciencia y velen por el cumplimiento de
normas y conductas justas que garanticen la convivencia de la humanidad en
justicia y paz. Por fortuna se dan en todas partes, aunque habrá que ver si en
grado suficiente, pues grande es el monstruo que nos ataca. Pero que surjan es
ya motivo de estímulo y esperanza.
En este 23 de abril, en plena primavera boreal, desde un
entorno ciudadano repleto de rosas y libros y sonrientes expresiones de
felicidad, invocamos al Caballero San Jorge, defensor de causas justas,
inspirador de amorosas grandezas generadoras de vida, para que su espíritu penetre
con fuerza en el pensamiento colectivo de todos los pueblos, empezando por los
que sufren la brutal agresión del neoliberalismo y pasando por los que además
de ese repugnante mal padecen el del individualismo y la indiferencia. Los
libros y las rosas ofrendadas con amor no pondrán fin a la deshumanización que
nos aqueja, pero los sentimientos que a tales actos nos impulsan harán aflorar,
sin duda, acciones que la mitiguen y remedien. /PC
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