sábado, 8 de febrero de 2014

El filtraje informativo de la cadena de TV catalana


Nadie habló de derrota en el documental que emitió TV3 con motivo del 75 aniversario de la ocupación de Barcelona por el ejército fascista. ¿Será que el gobierno catalán de derechas que administra la cadena autonómica recuerda aquel acontecimiento como una victoria?



Una visión segada, acomodada y burguesa, carente de conciencia política es la que ofrece ese documental que insiste en mostrar la alegría de la población de Barcelona por el final de la guerra y remarca las muestras de adhesión a los vencedores. Tan solo un lamento: el de la pérdida de las instituciones catalanas administrativas y de gobierno. Pero ni una palabra, ni una sola palabra que recordase la cruda derrota que la caída de Barcelona fue para el pueblo trabajador. Ni una palabra de lamento por el triunfo de unos militares golpistas, criminales y sanguinarios que se rebelaron contra una república que --sin ser una maravilla, dicho sea de paso-- intentaba establecer un orden social más justo, más ecuánime, menos arbitrario de lo que la España inmovilista estaba dispuesta a aceptar.

Otra hubiese sido la visión ofrecida si en vez de entrevistar mayormente a personas de clase media para arriba hubiesen entrevistado a quienes sufrieron en carne propia los horrores de aquella derrota. Muy otra, sí. Porque no había tanta alegría en Barcelona aquel 26 de enero como ese documental pretende hacer creer. Había mucho dolor, mucho miedo y mucha pena.

Quienes tenían seres queridos muertos por los bombardeos de la aviación fascista no corrieron a saludar brazo en alto a los vencedores. Tampoco las mujeres que habían perdido hijos o marido en el frente, o los sabían presos en campos de concentración con riesgo de que los fusilaran. Ninguna de ellas se afanó en buscar lienzos amarillos y rojos para confeccionar banderas españolas con que vitorear a los vencedores. Ni asistió devotamente a las misas de campaña que la Iglesia Católica cómplice ofició para celebrar litúrgicamente el triunfo fascista.

Pero no todo es malo en lo malo ni todo bueno en lo bueno, y así ese reportaje, aun siendo falaz en gran medida por ocultación de una gran parte de la verdad, nos da una idea clara de lo que ya señaló en su día la escritora Maria Aurèlia Campmany, que “no todos los catalanes perdieron la guerra”. Era mucha la gente catalana que deseaba aquel triunfo. Las clases acomodadas estaban mayormente de parte de los golpistas. Eran las gentes que no querían cambios que pudiesen perjudicar su posición de clase social privilegiada y temían que un triunfo republicano los pudiese propiciar. Era la gente inmovilista, la reaccionaria, la que nunca estuvo por la libertad, ni por la igualdad de derechos y oportunidades. La que nunca fue fraterna, prójima, por más que una buena parte de ella fuese gente de misa.

Si en toda guerra civil suelen andar revueltos los vencedores y los vencidos, acá en Catalunya eso no pudo estar ya más claro. Perdieron la guerra los trabajadores y quienes habían vivido comprometidos con ideales de justicia. La ganaron los burgueses, ya fuesen grandes, medianos o pequeños. Y la ganaron también los vividores, los que no profesaban ideal alguno y el único principio que regía su vida era el de aprovecharse de cuantas oportunidades hallasen a su paso. La ganaron porque si algo favoreció el triunfo fascista fue la injusticia, el amiguismo, el oportunismo de todo orden.

La circunstancia que hoy se da es muy parecida. El gobierno catalán de derechas se ha sumado al clamor popular por la independencia de Catalunya. Lo ha hecho por oportunismo político, por simular que está al mismo lado del pueblo. Pero las políticas neoliberales que aplica y las trabas que pone a la investigación de corruptelas e ilegalidades demuestran que donde en realidad está es al lado de los explotadores, de los oportunistas, de quienes medran con el sufrimiento del pueblo.

El documental que motiva este escrito muestra claramente lo que quiere el partido que gobierna. Su propósito es mantener al pueblo tranquilo, indiferente, desmovilizado en todo lo que no sea poder político para Catalunya. Un poder político sin cambio alguno en su estructura, por supuesto. Democracia representativa, bipartidismo, UE, euro... ¡Nada de cambios! Todo igual pero sin España de por medio entre la UE y el Estado Catalán. Mayor poder para la clase política catalana. Pero la misma sumisión, o más si cabe, para el pueblo trabajador.

No cabe duda de que la lucha de clases que dio lugar a la guerra civil española sigue viva. Si entonces había dos bandos, hoy los sigue habiendo. De una parte están los opresores, los que roban nuestros impuestos, los que nos recortan servicios básicos, los que privatizan patrimonio público. De la otra está el pueblo oprimido.

Catalunya no tiene que vivir sometida a lo que dispongan los gobiernos de España. Somos una nación y merecemos tener un estado propio. Pero el pueblo catalán no tiene por qué sucumbir a la ambición desmesurada de la clase social privilegiada que hoy maneja los hilos de la política catalana.

Abramos pues los ojos y seamos cautos, no sea que persiguiendo una ilusión caigamos en una ratonera. /PC

http://lists.kaosenlared.net/publicar/item/80218-el-filtraje-informativo-de-la-cadena-de-tv-catalana.html

2 comentarios:

  1. No tengo costumbre de mirar la televisión y no vi el reportaje. El final de la guerra fué la victoria de los sublevados y la derrota del gobierno elegido democráticament. Fué, sin ninguna duda, la derrota del pueblo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegra que coincidamos, Xavier.
      Yo tampoco miro la tele, pero alguien me envió el enlace y lo vi por internet.
      ¡Deplorable!
      En fin, veremos a donde nos llevan esos nacionalistas recién convertidos al independentismo.
      Gracias por tu nota.

      Eliminar