miércoles, 13 de julio de 2016

Reivindicar la Patria con reflexión y amor


Es difícil hablar de Patria hoy día, cuando ya hace tiempo que tomamos conciencia de cómo ese término se ha venido utilizando a lo largo de los siglos para defender los intereses de las clases privilegiadas a costa del sacrificio y la sangre de los desposeídos. Guerras que los ricos declararon en las que solamente lucharon y murieron los pobres. Victorias que enriquecieron a los ricos vencedores. Derrotas que pagaron con vida y con penas los pobres perdedores. 

No es fácil reivindicar la Patria sin evocar las programadas sensiblerías con que nos bombardearon la mente desde la infancia. Pero aun no siendo fácil es necesario y urgente hacerlo en momentos como el presente, a modo de defensa colectiva ante el brutal ataque de ese capitalismo invasor que destruye las conciencias y borra de mil formas los límites y las fronteras a fin de colonizar y someter a los pueblos. 

Desde el poder tratan de hacernos confundir Patria con Estado. Magnifican la importancia de los símbolos sin entrar en la profundidad de lo significado y con esa simbología nos entretienen la mente y nos ofuscan la razón. Todo cuanto nos llega a través de los medios y en los oficiales libros de historia tiende a beneficiar esa confusión. Se ensalzan gestas denominadas gloriosas mostrando como protagonista al Estado y a los próceres que lo representan pero silenciando al pueblo que las lleva a cabo. Cuando este aparece en la narración lo hace bajo la forma de una institución u organismo que las más de las veces actúa al margen del pueblo representado. Y los hechos se narran de forma sesgada según conveniencia de quienes se apropian de los laureles. 

Tanto empeño se ha puesto a lo largo de los años y aún se pone en esas maniobras manipuladoras del pensamiento colectivo que el pueblo acaba convencido de que su patria es el Estado, hasta el punto de sentir como propios los triunfos de este sobre sus competidores, lo cual contribuye a llenar el pensamiento de fronteras y a ver a los demás pueblos no como a prójimos sino como a competidores o incluso como enemigos.

Ante tan perversa intención por parte de quienes ejercen el poder, la reflexión se impone. Y así, lo primero que deberemos hacer para hablar de la Patria sin errar ni generar malentendidos es poner en claro lo que nos da a entender esa sacrosanta palabra. 

La Patria es el colectivo humano con el cual nos identificamos, con el cual organizamos nuestro hacer y nuestra lucha en busca de objetivos de equidad y bien común a fin de mantener y reforzar nuestra dignidad. La Patria es el pueblo, no el Estado que le impone leyes pensadas y dictadas para favorecer a los poderosos, por más que algunas de ellas puedan ser útiles a la gente humilde. Tampoco es un territorio acotado en el cual los amos de las parcelas nos dejan vivir a cambio de que nos sometamos y aceptemos dedicar nuestras vidas a servirles y enriquecerles. Ni es el conjunto de fincas y negocios de los acaudalados que controlan el comercio y las finanzas. No, no es eso ni lo ha de ser, porque si eso fuere, los documentos que nos identifican como españoles, franceses, argentinos, etc. no serían más que títulos de servitud, de dependencia, algo por lo que nadie con dignidad debe sentir orgullo. 

El amor a la Patria es algo más que un deber moral. Es una necesidad de supervivencia ante la acometida de los traidores, de los vendepatrias, de los gobernantes que decretan en beneficio de las minorías adineradas con perjuicio del pueblo trabajador. De los que privatizan lo público cuando es rentable y socializan lo privado cuando genera pérdidas. De los que mediante trampas legales se apropian del trabajo del pueblo eludiendo contribuir con impuestos al igual que contribuye la mayor parte de la población.

Al amor a la Patria le llamamos patriotismo y a quienes actúan conforme a ese amor se les llama patriotas. Y así, patriota es quien ama al pueblo trabajador y honesto que constituye la Patria. Quien vela por el bien común, quien trabaja por la cultura, quien cuida lo que es patrimonio público, quien defiende los derechos del pueblo humilde y se rebela ante las injusticias de quienes gobiernan. Patriota es quien ama a la Patria en su honda realidad de pueblo unido y digno. 

La Patria es en sí misma el amor sublime que nos une y nos hace ser pueblo, porque sin ese amor ni el pueblo es pueblo ni la Patria puede ser Patria. /PC

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