domingo, 22 de septiembre de 2013

Blancos y negros, moros y cristianos, catalanes y castellanos...


No es mejor un negro que un blanco ni es mejor un pobre que un rico. Sabemos bien que tanto el uno como el otro puede ser un mal nacido.

Creer que un catalán es mejor que un castellano es tan imbécil como creer que un castellano es mejor que un catalán. La vida nos muestra bien claro que un catalán puede ser tan borde como cualquier español. ¿Hay alguien que aún no se haya dado cuenta?

No es una cuestión de origen, aunque también, sino de manera de ser. Pero, ¿de qué depende la forma de ser?

Somos lo que la vida nos ha dado: la naturaleza con que hemos nacido más el entorno en que hemos crecido. Una multiplicidad de elementos se combina a lo largo de nuestra vida y hacen que cada ser sea como es.

La naturaleza es la naturaleza, y ahí poco podemos hacer. Donde sí podemos actuar es en el entorno. ¿Cómo queremos que sean nuestros hijos? ¿Cómo queremos que sea nuestro pueblo el día de mañana? ¿Qué podemos hacer para ir teniendo un mundo cada vez más humano? Estas son las grandes preguntas que debemos hacernos, y no sólo con qué lengua tenemos que hablar.

Vivimos tan bien como podemos sin tener en cuenta nada que no sea el presente. Somos irresponsables a más no poder. Casi nadie piensa a dónde nos lleva lo que estamos haciendo, el modo cómo estamos viviendo, los recursos naturales que destruimos, los valores humanos que despreciamos, la sociedad que estamos construyendo. Nuestros hijos tendrán el mundo que les dejaremos, pero no lo pensamos. Sólo vivimos. Vivimos tan bien como podemos y nos sentimos orgullosos de lo que hacemos.

El orgullo, un orgullo irracional y estúpido nos embarga. Somos los mejores y merecemos estar entre los mejores.

¿Ah, sí? De acuerdo, pero, ¿quienes son los mejores? ¿Los que más contribuyen a destrozar la naturaleza? ¿Los que hacen armas cada vez más potentes? ¿Los que explotan otros pueblos y los someten por la fuerza cuando no se dejan explotar? ¿Los que viven del esfuerzo ajeno, de los de más abajo? ¿Acaso no sabemos nada de historia social?

Saber historia social sí que sabemos. O por lo menos podemos saber, porque escrita bien que lo está en todas las lenguas que tenemos al alcance, comenzado por el catalán. Pero, ¿en serio queremos saber?

Quizá lo que ocurre es que no queremos saber nada de lo que no nos conviene. Nada que nos pueda romper el sueño, que nos pueda hacer tambalear la fe. Esa fe ciega y estúpida que nos hace creer que somos los mejores, que estamos por encima de todo y de todos, del bien, del mal, y de los demás. Que nos basta con ser catalanes.

Y llegado este punto debo decir, con la mano en el corazón, que me siento orgulloso de ser catalán, de ser hijo de un pueblo que ha luchado contra los tiranos, que ha alzado la hoz cuando se ha sentido herido y ultrajado, que ha luchado y lucha por los derechos humanos, que ama la justicia y reivindica su derecho a ser una nación libre y responsable de su destino, no sometida a fascismos de ningún tipo, ni castellanos ni catalanes ni europeos ni americanos.

Debo decir que quiero ser parte de un pueblo que ponga los derechos humanos por encima de los privilegios de los ricos. Que no quiero estar gobernado por ningún político que nos someta a la tiranía de las clases sociales adineradas. Que no quiero tener ningún presidente que haga discursos en catalán justificando los recortes sociales de su gobierno.

Debo decir que quiero una patria catalana humana, construida sobre la justicia equitativa y el respeto por los derechos de las personas y de los pueblos.

Debo decir que la quiero así porque quiero ser parte de un pueblo digno y soberano. Y digo y dejo bien claro que quiero ser libre, que no quiero cambiar de amo, porque amo no quiero ninguno.

¡VIVA LA CATALUÑA DEL PUEBLO CATALÁN!

        ¡NO A LA CATALUÑA BURGUESA CAPITALISTA!

                ¡VIVA CATALUÑA LIBRE!

1 comentario:

  1. Excel·lent, Pep! Moltes gràcies! Precisament pel que dius dimarts aniré a sentir Teresa Forcades que ve a Girona a parlar del Procés Constituent.

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