domingo, 30 de marzo de 2025

Detrás del malo llega siempre el peor

 

Decía un conocido mío en una conversación acerca de la virtud: «La virtud no está en el punto medio; en el punto medio está la mediocridad». Ni bueno ni malo sino todo lo contrario es el intento de sensatez que nos lleva a la necedad.

 

La democracia liberal, esa que acaba indefectiblemente en el bipartidismo, se comporta como un maltratador: caricias y halagos a las clases humildes cuando gobiernan las izquierdas, y tremendas palizas cuando las derechas están en el poder. Y para que eso tengan ineludible continuidad están las dos legislaturas máximas a las que puede optar quien gobierne.

 

Hace años le preguntaba yo a un buen amigo argentino cuando llegaría el día en que su pueblo, ese maravilloso ejemplo de lucha colectiva, elegiría un gobierno capaz de defender los derechos de la mayor parte de la población. No obtuve respuesta. ¿Será que hasta los más pobres optan por beneficiar a los ricos? Y de ser así, ¿cuál puede ser la causa?

 

Desde los tiempos más remotos se sabe que controlar el pensamiento es el modo más eficaz de controlar la conducta. De ahí surgieron las religiones y el soporte que a ellas dieron quienes gobernaban. «Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra». ¿Cabe mayor engaño? Hasta el más necio sabe que la mansedumbre lleva a la sumisión, que se respeta a quien se hace respetar, que nunca a los oprimidos los defiende su opresor. Un pueblo que no lucha por sus derechos será indefectiblemente un pueblo sometido.

 

Que después de tantos siglos de amargas experiencias aún no se haya dado cuenta hasta el más imbécil de los seres humanos es la pregunta que en primer lugar debiéramos hacernos quienes lamentamos la situación política que estamos viviendo en gran parte de nuestra civilización occidental cristiana. Pero no es difícil hallar la respuesta. Sabemos que la repetición persuade. No hace falta ser educador o docente para estar convencido de la eficacia de tal procedimiento. ¿Y quién ha tenido tribuna a lo largo de la historia para predicar lo que la población humilde debe creer? Quienes han gozado del favor de los poderosos. Luego es lógico que prediquen lo que favorece a sus benefactores. «No hay ningún perro que muerda la mano que le da de comer».

 

Las tribunas y los oradores cambian con el tiempo, pero no quienes tienen el poder de sostener tan eficaces herramientas de dominio. El cine, la televisión, internet, todo lo que son medios de información de masas está en manos de las clases más ricas y de quienes a ellas sirven: ¿Qué van a predicar, pues?

 

No sé cómo hicieron quienes coordinaron esas grandes marchas del pasado 24 de marzo en pro de la Memoria la Verdad y la Justicia en Argentina, pero les animo a que hagan otro tanto quienes quieran librarse de la tiranía que ahora somete al pueblo. Dejen a un lado sus personales intereses y entréguense a la lucha por los derechos de la mayor parte de la población. Y convénzanse ya de una vez que optando por el menos malo se acaba siempre dando paso al peor. /PC