Una nota publicada por Página12 que nos llega a través de
ECUPRES * nos cuenta del exterminio de mil seiscientos judíos en un pueblo de
Polonia, de 3.000 habitantes, llevado a cabo en junio de 1941 por sus vecinos
no judíos, personas de toda clase que actuaban movidas por sentimientos de
superioridad y odio.
Después de leer esa nota vemos las imágenes de la brutal
represión llevada a cabo por la gendarmería argentina sobre quienes
manifestaban su disconformidad con la nueva ley previsional que el Congreso se
disponía a aprobar. Escenas de extrema crueldad contra personas desarmadas. Gases
lacrimógenos, balas de goma. Agentes de paisano infiltrados entre los
manifestantes, cuya identidad se revelaba por el hecho de que colaboraran con
los gendarmes a detener gente. Detenciones arbitrarias de personas que ningún
daño hacían. Acciones todas ellas impropias de un estado de derecho y solo
concebibles en un régimen dictatorial.
Junto a esa información, los comentarios de personas que
justifican tan tremenda violencia. Algunos quizá sean de trolls, pero otros son
de personas que conocemos bien. Gentes comunes que encuentran justificable
tanto el actuar policial como que el gobierno se ensañe con las pensiones de la
población más desfavorecida, como son las personas mayores, personas con
discapacidad, pensión universal por hijo…
Lo expuesto, más lo que está ocurriendo en España, donde
se da un excepcional conflicto entre el Estado y el pueblo catalán, nos mueve a
reflexionar sobre la irracionalidad y la falta de conciencia de gran parte de
la población argentina y española. En ambas vemos la pasividad ante el despojo
social que llevan a cabo sus respectivos gobiernos. Vemos la necia aceptación
de las mentiras más que evidentes que a través de los medios informativos
lanzan los políticos. Lo vemos y nos cuesta hallar una explicación coherente a
tanta incoherencia.
Este 21 de diciembre el pueblo catalán acude a las urnas
para elegir el parlamento autonómico. El futuro de Cataluña depende en gran
parte del resultado de esos comicios. En el momento de escribir esta nota no
sabemos lo que va a ocurrir, pero consideramos importante dar alguna
información que facilite la comprensión de lo que resulte.
Los partidos políticos que concurren a las elecciones son
tres de ámbito español, tres meramente catalanes independentistas y uno catalán
de izquierda no independentista. Los tres españoles son de derechas. Pero es el
de más a la derecha el que más atrae a la clase obrera catalana, porque es el
que más ha combatido el independentismo. Eso ocurre porque la permanente
compaña independentista llevada a cabo desde 2012 ha dividido la población de
Cataluña en independentistas y no independentistas. Es la guerra de las banderas
a la cual se refiere Vicenç Navarro **. Y también lo explican de forma
excelente Eugenio Del Río *** y Albert Recio Andreu ****
Vivimos en un mundo a la deriva, manejado perversamente por gobernantes y adláteres sin escrúpulos. Las clases privilegiadas son cada día más fuertes a la vez que las desposeídas son más débiles. Nada parece poder detener el dominio de los codiciosos. No parece importarle a nadie la insostenibilidad de nuestra forma de vida, con la evidente destrucción de nuestra casa común el planeta Tierra. Y tampoco parece fácil hacer ver a las capas de población más modestas que la insolidaridad es el camino recto hacia la esclavitud y la miseria. Ante ese conjunto de cosas, ¿qué hacer?
Seamos conscientes del momento que vivimos. La única
posibilidad de sobrevivir es resistir. Resistir en los diversos frentes que el
enemigo común nos presenta, que son muchos, porque como bien señaló el gran
Discépolo “la lucha es cruel y es mucha”. Ante la barbarie, peleemos y aguantemos,
porque el triunfo nunca es completo, pero la derrota siempre es de quienes se
rinden. /PC
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