¿No estará equivocando la ruta el independentismo catalán? En vez de ir hacia la izquierda en pos de la mayor parte del pueblo se ha ido a la derecha, donde sólo está la minoría acomodada. ¿Es bueno ese rumbo? ¿A dónde nos lleva?
Quien cuenta con experiencia montañera sabe que a veces errar el camino puede tener consecuencias desagradables que incluso pueden llegar a ser peligrosas. Por este motivo, quien busque compañía para hacer alguna expedición complicada debe tener presente que no todo el mundo es buen compañero de viaje; que hay que llevar cuidado, no sea que cuando menos lo esperes te traicione, como traicionan los falsos guías a los emigrantes que después de cruzar la frontera de México con EEUU los abandonan en el desierto o los llevan a donde no querían ir.
Esto lo decimos a propósito de la estrategia que sigue ERC en esta aventura patriótica que lleva a cabo. No sólo se ha juntado con la derecha catalana, traicionando la primera idea de su nombre, IZQUIERDA, sino que se ha puesto de lleno en sus manos y se ha obligado a seguir dócilmente la hoja de ruta que le marcan. ¿A dónde la van a llevar? ¿A qué parte del pueblo catalán representará a partir de ahora, a la misma que CDC? ¿Acaso quienes estén de acuerdo con la política antisocial de CDC necesitará ningún otro partido? ¿No es esta decisión un modo de hacerse fagocitar por su socio?
Por otra parte hay muchos motivos para no creer que el camino elegido por CDC nos lleve hacia la independencia. Un camino de confrontación con el Estado español que sólo sostiene una minoría de la población de Cataluña está de antemano condenado a la derrota. Porque visto fríamente y con ánimo de encarar la realidad, a pesar de la mucha propaganda hecha por los medios de información catalanes, aquel 9N en el que votaron desde los menores de edad (16 años) hasta gente que está en el último tramo de su vida, el deseado SI SI no superó el tercio del censo electoral. Visto lo cual cabe preguntarse si no es una ingenuidad pensar que los otros dos tercios de la población catalana maltratada por las políticas antisociales del gobierno catalán se tragarán el cuento de que la culpa de ese maltrato la tiene el gobierno español y que cuando seamos independientes nadaremos en la abundancia. Algo que por cierto contradice el mismo presidente Artur Mas cuando declara que después de la independencia los recortes presupuestarios seguirán; y también Oriol Junqueras cuando dice que “el pueblo catalán tendrá que hacer muchos sacrificios para que el país pueda seguir adelante. Pues bien, no es más razonable pensar que esa masa de población perjudicada por un gobierno que se declara independentista acabe harta de independentismo y apueste por alguna otra formación política menos patriótica pero más humana?
También hay más consideraciones a hacer acerca de si el camino elegido por ERC es bueno o si es malo, como la preguntarnos cuál es el verdadero objetivo de CDC. ¿Es la independencia de Cataluña lo que busca el partido de la burguesía catalana? ¿En qué momento del pasado, tanto lejano como reciente, la derecha catalana ha sido partidaria de la independencia? ¿No será más bien que ese partido de derechas quiera valerse del afán independentista para salir del hoyo en que la habían metido las políticas seguidas en sus últimos períodos de gobierno? Si así fuese, ERC no sería más que un paraguas que CDC podría desechar tan pronto como cese la lluvia o en caso de que el paraguas decida cerrarse. Y si eso sucediese, ¿cuántos de sus votantes le perdonarán a ERC el miserable papel que habrá estado haciendo junto a CDC?
Toda esa perspectiva negativa que vemos si tomamos como punto de mira ERC se torna positiva si miramos desde CDC. Y no tan solo sólo porque su estrategia le habrá servido para seguir en el gobierno y poder así llevar a cabo su política neoliberal sino porque dentro del marco de la actual UE, la apuesta neoliberal tiene mucho más futuro que la de los independentismos, sean del país que sean. Y puesto que quien lleva el timón de esa coalición de gobierno pro independencia es CDC, nada le impedirá deshacerse de ERC en el momento que le convenga.
Veamos ahora qué perspectiva tenemos del rumbo independentista si en vez de remontarnos a las altas esferas miramos desde el nivel del suelo, que es donde se halla y mira el pueblo catalán.
Los años que sigan al triunfo de la lista única, si es que triunfa, serán de continuidad de la política neoliberal que sigue el actual gobierno convergente. Si hasta ahora la presencia de ERC no ha servido para detener la voracidad de las derechas sobre la sociedad catalana, tampoco cabe esperar que sirva en adelante. Las condiciones de vida de la gente no mejorarán en absoluto porque el gobierno seguirá aplicando todas las medidas restrictivas que le señalará el gobierno de España en función de lo que ordenen desde Bruselas. Y si el mal nos viene de la UE y el gobierno independentista está por aceptarlo, el único fundamento para ese independentismo sería “el déficit fiscal”, porque la supuesta superioridad genética del pueblo catalán sobre el español que argumenta el profesor Oriol Junqueras, además de insostenible es insultante para más de la mitad de la actual población de Cataluña, con lo cual no es sino un riesgo para la convivencia pacífica de toda la población catalana y en consecuencia para el mismo independentismo. Y en el caso (poco probable pero posible) de que hubiese un sustancial cambio de fuerzas en el gobierno español y la política se volviese más humana, ¿quién con dos dedos de frente apostaría por la confrontación que comporta el independentismo?
Difícilmente desde el punto de vista del pueblo catalán de clase no privilegiada puede ser aceptable el rumbo que llevan CDC y ERC. A la gente que por ser catalana y por ser clase modesta hemos sufrido durante años tanto las políticas agresivas de España como las de la burguesía catalana (que dicho sea de paso nunca le ha hecho ascos a las disposiciones gubernamentales españolas) no nos resarce de nada este independentismo de la derecha catalana. Dejar de estar sometidos a España para estarlo en la UE es salir de las llamas para caer en las brasas. Otra cosa sería un proyecto político que mirara por el bien del pueblo catalán, de todo el pueblo, no sólo de las clases altas. Eso sí que daría sentido al independentismo. Pero hoy por hoy no parece que esta idea esté en ninguno de estos dos grandes líderes del independentismo catalán que son CDC y ERC.
Quizá, pues, la soberanía de la nación catalana nos exija renunciar a guiarnos por espejismos y seguir luchando serenamente hasta que aparezca en la escena política catalana alguien con la necesaria amplitud de miras y suficiente poder de convocatoria. / PC
ORIGINAL EN CATALÁN
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