viernes, 1 de noviembre de 2013

La perspectiva del invasor

La conducta del invasor es semejante a la del opresor, la del explotador, la del abusador... Actúa con desprecio del oprimido, del abusado, del explotado, del invadido... del otro. Lo niega en tanto que igual, en tanto que ser con plenos derechos.

Desde la perspectiva del invasor es justo institucionalizar la injusticia, pues que lo piden su egoísmo y su codicia. En ningún momento la justicia es su guía. Fundamenta sus acciones en las ventajas que éstas le reportan. Y en su discurso para justificarlas no faltan falacias de todo orden, la apelación a nobles propósitos, así como un personal sentido de la justicia fundado en la desigualdad y el derecho al atropello que da la prepotencia.

Un tal proceder da por bueno cuanto favorece. Considera justa la sumisión del invadido y el derecho del invasor a imponer su ley. Una ley que se asemeja más a un “embudo” que a la ética “regla de oro”, pues impone al otro lo que para sí no se quisiera: tal como la sumisión de un pueblo a los designios de otro.

Platón decía que había que ser duro con los esclavos porque tenían la mala costumbre de alzarse contra sus amos. Es evidente que para aquel venerado pensador era justo que un ser humano esclavizase a otro ser humano, algo que hoy día repugna a toda persona que se precie de civilizada.

Igual que Platón piensan los españoles que se suman a la idea de que para el bien de España hay que tener bien sujeta y sometida a Catalunya. Ellos tampoco tienen empacho alguno en basar sus derechos en la fuerza de las armas. Pueblo vencido es igual a pueblo sometido, como si fuesen los pueblos y no quienes los gobiernan los que declaran las guerras.

Cataluña es para España un botín de guerra logrado en el año 1714 por las tropas del Borbón Felipe V en una disputa dinástica como tantas ha habido en la historia de la humanidad. En aquella contienda el pueblo catalán perdió sus derechos y fueros y quedó sometido a los mandatos de los sucesivos gobiernos españoles. Se prohibió el uso de la lengua catalana en documentos públicos y se estableció como única lengua válida la castellana. El pueblo catalán dejó de existir como tal y pasó a ser considerado pueblo español, no por voluntad propia sino por la fuerza de las armas.

De entonces acá, para los gobiernos de España Cataluña no es un pueblo con una historia propia, con una lengua propia tan antigua como el castellano y derivada igualmente del latín, sino una fuente de ingresos. El pueblo catalán es así un pueblo esclavo de esa España invasora que hace alarde de poderío militar mucho más que de amor a lo verdadero y a lo justo.

La opresión de España sobre Cataluña se recrudeció durante la dictadura fascista de Franco. En las escuelas se enseñaba que Catalunya era una región de España, al igual que Euskadi a la que denominaban Provincias Vascongadas. Y se nos decía que el catalán y el euskera no eran lenguas sino dialectos. Si tenemos en cuenta que la totalidad de la población adulta española fue escolarizada durante aquellos aciagos años de autoritarismo y mentira, no puede extrañarnos que tenga hoy esas ideas en la cabeza, que desconozca el origen de la lengua catalana y que ignore al pueblo-nación que la habla. Nadie les habló nunca de la existencia de la nación vasca, ni de la catalana. Se les informó mal adrede acerca de la grandeza de España, de sus orígenes y de su historia. Se les imbuyó un nacionalismo español fabricado sobre tópicos nunca razonados y aun menos demostrados.

El desconocimiento de la nación catalana es en los más de los casos lo que motiva el rechazo de una buena parte del pueblo español al anhelo de independencia del pueblo catalán. Una ignorancia que si no es voluntaria sí que por lo menos es negligente, porque informarse debidamente y establecer criterios propios es obligación de cada cual. Pero la gente se traga lo que dice la tele, la radio, la prensa controlada por intereses españolistas burgueses sin hacer el menor esfuerzo personal por desvelar que hay de cierto y de falso en ello. Ese es un modo de actuar muy humano pero muy poco loable. Es una clara manifestación de pereza mental. Una pereza que afecta a todos los ámbitos de la esfera política, no solo en lo que estamos señalando referente a Cataluña sino en temas tan importantes como la destrucción de la sociedad de bienestar que el capitalismo está llevando a cabo a marchas forzadas.

La situación política actual exige del pueblo una actitud crítica con las doctrinas oficiales. Afortunadamente cada día hay más población que se suma a la dinámica de pensar y razonar, pero por desgracia es minoría. Así nos va y así nos seguirá yendo mientras la mayor parte de la gente siga apostando por la inconsciencia que comporta la distracción permanente. /PC

http://www.kaosenlared.net/colaboradores/item/72667-la-perspectiva-del-invasor.html

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