sábado, 16 de noviembre de 2013

¿De verdad tiene el capitalismo pies de barro?


Es lo que suele decirse, que es un gigante con los pies de barro porque su poder se asienta en la sumisión del pueblo y si este se rebela, el gigante no se sostiene. Pero ¿cabe esperar que el pueblo se rebele?

Sabemos bien que el poder controla de diversas formas el pensamiento colectivo y aun más el sentimiento colectivo. Lo hemos dicho repetidamente: desinformación, distracción permanente, consumismo y miedo. Esas son sus principales herramientas de acción. A ellas debemos sumar las estructurales: económicas, legislativas y represivas. Viendo todos esos recursos en sus manos, quien puede soñar que el pueblo se rebele y le plante cara al sistema. Cabe pensar que tan solo va a hacerlo gente muy consciente y muy dispuesta a perder.

Dispuesta a perder, sí, porque hay batallas que ya sabemos de antemano que no vamos a ganar, pero que no debemos abandonar porque de hacerlo se perderá la guerra. Y guerra es esa permanente y criminal agresión del capitalismo sobre la Humanidad.

Leónidas y sus aguerridos espartanos sabían bien que no iban a salir con vida de Las Termópilas, pero también sabían que si se rendían iban a perecer ellos y todo su pueblo. Y allí siguieron el tiempo necesario para que la armada griega se organizase y derrotase a la persa en Salamina. No vencieron ellos, pero sí su causa.

Hoy no se trata de emular semejantes heroicidades. No es con sangrantes batallas como derrotaremos a nuestros opresores sino con inteligentes acciones. La guerra será larga y penosa y sin duda alguna nadie de nuestro tiempo va a ver el final de ella. Pero sabemos bien aquello de que “si luchas puedes perder; si no luchas, ya has perdido”. Y también que “vale más morir de pie que vivir de rodillas”. Pues bien, vamos a tratar de superar lo dicho: vamos a tratar de luchar cuanto haga falta para vivir de pie sin hincar la rodilla.

Claro que “vamos” es un decir, porque luchar u holgar son decisiones personales que cada cual toma según su libre albedrío. Y para ver cuantos podemos juntarnos en ese “vamos”, no hay más que echar un vistazo alrededor y ver cuánto vecindario nuestro se reúne semanalmente en asambleas o grupos de reflexión-acción y cuánto se dedica a pasar del modo más distraído posible su tiempo de ocio. Lo más probable es que el resultado que obtengamos en esa observación sea descorazonador. Y si bien puede darse el caso de que seamos parte de la población concientizada y que nos movamos en un entorno humano afín y privilegiado, a poco que nos desplacemos hacia otras áreas menos afortunadas podremos constatar el pesimista balance que hemos apuntado.

Mal lo tenemos, pues, para desmembrar al gigante, para romper en pedazos sus pies de barro y hacer que todo él se desmorone. Mal lo tenemos si no logramos darle le vuelta al balance, si no logramos que quienes luchamos seamos más que quienes se desentienden de la batalla. Una batalla que hoy como ayer se libra en el pensamiento. Pero cuidado, que no se trata de lograr que todo el mundo piense a nuestro modo, pero sí de lograr que las gentes de nuestro derredor dejen de pensar al modo que conviene a nuestros opresores.

Las acciones revolucionarias siempre se basaron en la difusión de ideas, ya fuese por medio de periódicos, panfletos u oralmente. Tan solo cuando descubrimos la falsedad de cuanto dicen los noticiarios y medios de difusión, y tomamos conciencia de que estamos siendo explotados podemos llegar a indignarnos en grado suficiente para sumarnos a acciones verdaderamente revolucionarias. Mientras esa conciencia no despierta, nos mecemos en la conformidad, nos comportamos de modo sumiso, resignado y dejamos en la estacada a quien sea que inicia la acción.

Esta es una lucha que involucra a toda la población, ricos y pobres, acomodados y desposeídos. No hay neutrales. Unos están con los opresores y otros con los oprimidos. Tengan conciencia de ello o no, quienes se desentienden son colaboradores del poder opresor, porque sobre su pasividad se asienta el sistema. De ahí que lo más importante para derrotar al gigante sea desvelar conciencias, una tarea que está al alcance de cualquiera que la tenga despierta.

No es momento para quedarse en casa sino para reunirnos con iguales a fin de compartir información y buscar el modo de unirnos a las muchas acciones que ya hay en marcha.

Busca a tu alrededor gente consciente, conscientizada y activa y únete a ella. Tan solo la unión nos dará la solidez necesaria para golpear los pies de barro del gigante opresor hasta despedazarlos. / PC

http://www.kaosenlared.net/secciones/s2/opinion/item/73882-%C2%BFde-verdad-tiene-el-capitalismo-pies-de-barro?.html 


http://ecupres.wordpress.com/2013/11/26/el-capitalismo-tiene-pies-de-barro/

2 comentarios:

  1. Encuentro muy acertado tu razonamiento. Y en nuestro caso, debemos concienciarnos que la lucha por la independencia solamente tiene sentido si la hacemos conjuntamente con la lucha por una mayor justicia social, para una mayor igualdad.
    Es descorazonador ver como lo que se habia conseguido en muchos años de lucha nos lo arrebaten en poco tiempo. Primero el PSOE y ahora el PP. Y sin ninguna resistencia por parte del pueblo. Quejas sí, pero sin ninguna acción colectiva que las acompañe.

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    1. "... la lucha por la independencia solamente tiene sentido si la hacemos conjuntamente con la lucha por una mayor justicia social, para una mayor igualdad".

      Me alegra ver que coincidimos, Xavier. Y también con Arcadi Oliveres, que dice que no le motiva el simple hecho de cambiar banderas.

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