No es mejor un negro que un blanco ni es mejor un pobre
que un rico. Sabemos bien que tanto el uno como el otro puede ser un mal
nacido.
Creer que un catalán es mejor que un castellano es tan
imbécil como creer que un castellano es mejor que un catalán. La vida nos
muestra bien claro que un catalán puede ser tan indeseable como cualquier
castellano. ¿O quizás todavía no nos hemos dado cuenta?
No es una cuestión de origen, aunque también, sino de
manera de ser. Pero, ¿de la que depende la forma de ser?
Somos lo que la vida nos ha dado: la naturaleza con que
hemos nacido más el entorno que nos ha criado. Una multiplicidad de elementos
que se combinan y hacen que cada ser sea como es.
La naturaleza es la naturaleza, y poco podemos hacer.
Donde sí podemos actuar es en el entorno. ¿Cómo queremos que sean nuestros
hijos? ¿Cómo queremos que sea nuestro pueblo el día de mañana? ¿Qué podemos
hacer para ir haciendo el mundo cada día más humano? Estas son las grandes
preguntas y no sólo con qué lengua tenemos que hablar.
Vivimos tan bien como podemos, sin tener en cuenta nada
que no sea el presente. Somos irresponsables a más no poder. Casi nadie piensa
donde nos lleva lo que estamos haciendo, la forma en que vivimos, los recursos
que quemamos, los valores que despreciamos, la sociedad que estamos haciendo
... Nuestros hijos tendrán el mundo que les dejaremos, pero casi no pensamos en eso.
Sólo vivimos. Vivimos tan bien como podemos y estamos muy orgullosos de lo que
hacemos.
El orgullo, un orgullo irracional y estúpido nos invade.
Somos los mejores y merecemos estar entre los mejores.
Ah, sí, de acuerdo. Pero, ¿cuáles son los mejores? ¿Los
que queman recursos naturales a más no poder? ¿Los que hacen armas cada vez más
potentes? ¿Los que explotan otros pueblos y los someten por la fuerza cuando no
se dejan explotar? ¿Los que viven del esfuerzo de los que tienen más abajo? ¿Acaso
no sabemos nada de historia social?
Sabemos historia y todo lo que en el mundo ocurrió y
ocurre. O por lo menos podemos saberlo, porque escrita está en todas las
lenguas que tenemos al alcance, comenzado por el catalán. Pero, ¿de verdad
queremos saberlo?
Quizá no queremos saber nada de lo que no nos conviene.
Nada de lo que nos pueda romper el sueño, de lo que nos pueda poner en peligro
la fe. Esta fe ciega que nos hace creer que somos los mejores, que estamos por
encima de todo y de todos, del bien y del mal, de los otros. Que nos basta con
ser catalanes.
Y llegado este punto debo decir, con el corazón en la
mano, que no siento orgullo de ser catalán, pero sí de ser hijo de un pueblo
que ha luchado contra los tiranos, que ha alzado la hoz cuando se ha sentido
herido y ultrajado, que ha luchado y lucha por los derechos humanos, que ama la
justicia y reivindica su derecho a ser una nación libre y responsable de su
destino, no sometida a fascismos de ningún tipo, ni castellanos ni catalanes ni
europeos ni americanos. Que quiero ser parte de un pueblo que ponga los
derechos humanos por encima de los privilegios de los ricos. Que no quiero
estar gobernado por ningún político que nos someta a la tiranía de las clases sociales
adineradas. Que no quiero tener ningún presidente que haga discursos en catalán
y recortes sociales en castellano. Que quiero una patria catalana humana,
construida sobre la justicia equitativa y el respeto por los derechos de las
personas y de los pueblos. Que la quiero así porque quiero ser libre y parte de
un pueblo digno y soberano. Y que no me basta con cambiar de amo, porque amo no
quiero ninguno. /PC
Original en catalán:
No hay comentarios:
Publicar un comentario