Dijo NO pero ha hecho SÍ. No ha investido presidente a Artur Mas, lo ha humillado, pero ha dado a su partido la ocasión de seguir con su
línea de gobierno. ¿No es una contradicción, esto?
A lo largo de toda la
campaña electoral la CUP ha defendido dos posiciones que si en principio no
tenían por qué ser contradictorias ha resultado que en las actuales
circunstancias sí lo son. Por un lado se ha manifestado independentista hasta
el punto de no querer saber nada con las candidaturas que no lo eran
explícitamente, lo que parece bastante coherente. Por otro, ha mantenido una
férrea oposición a la candidatura de Artur Mas diciendo que no estaba de
acuerdo con su línea política neoliberal de recortes presupuestarios y
privatización de servicios públicos básicos para el pueblo catalán. Esta
actitud crítica más la procedencia izquierdista y combativa de una parte de los
candidatos a diputado que ocupaban los primeros puestos de la lista han hecho pensar a una buena parte de sus
votantes que la CUP podía ser una izquierda catalana comprometida y dispuesta a
luchar por el bienestar del pueblo catalán.
La falta de una
izquierda sensible a las necesidades de la población catalana actual se hacía sentir más que nunca
desde que ERC se juntó con CDC y so pretexto de favorecer un hipotético proceso
independentista daba apoyo a los
presupuestos y los recortes de su gobierno. ¿Quién quedaba para defender al pueblo catalán si todos los que se decían
independentistas estaban de acuerdo en pasar a manos privadas los servicios más
necesarios para la población? Sólo quedaba la izquierda española, la que no
contemplaba ni de lejos la idea de una Cataluña
independiente de España... y la CUP.
Era lógico, pues, que el electorado independentista de izquierdas pusiera sus
esperanzas en esta formación joven que tantas muestras daba de estar al lado
del pueblo. Y así, con esta imagen, la CUP pasó de tener tres diputados a tener
diez.
Estar al lado del
pueblo y ser independentista a la vez no es ninguna novedad. Los revolucionarios catalanes de tiempos de la II República
participaban de esta idea. De palabra y de hechos se oponían a que ningún
pueblo sometiera a otro igual que se oponían a que ningún ser humano sometiera
a ningún otro. Es un pensamiento coherente con la idea de libertad que entra en
conflicto con los intereses de los poderosos y de los
estados opresores. Parecía lógico pensar que la CUP pudiese compartir esta idea. Pero el hecho de que haya
terminado apoyando una candidatura claramente neoliberal hace dudar entorno a
cuáles son las prioridades de la CUP, si lo es la justicia social o la
independencia.
La opción
"primero la independencia y luego ya hablaremos de ideologías" no se
aguanta por ningún lado desde una perspectiva social en el presente de la
nación catalana. Y no solamente porque es apoyar la ambición de estos políticos
neoliberales que están gobernando ahora sino porque sabemos bien, y el último 27S lo ha demostrado, que
la mayor parte del censo electoral no está a favor de la independencia. Y esto
es así después de cuatro años de bombardeo mediático y permanente lavado de
cerebro de la población catalana por parte de un gobierno interesado en ponerse
al amparo de la “estelada”.
Hay que pensar qué sucedería si en España hubiese auténticas perspectivas de
cambios que hiciesen aflorar
políticas de carácter social. ¿Cuál sería la oferta catalana que pudiera
contrarrestarlas? ¿Que ofrecen CDC y ERC en el pueblo catalán que no sea someterse a los
imperativos de la UE? ¿Y qué tienen de bueno para el pueblo las exigencias de este lobby de
banqueros que es la Europa del euro? ¿Es razonable pensar que en una situación así
ganaría la independencia en caso de referéndum? Pues no, no es razonable
pensarlo. Así nos lo hace ver el hecho de que el presidente Mas haya tenido que
tragarse su
soberbia y echarse atrás de la amenaza de ir a nuevas elecciones en las que la
nueva izquierda catalana que está surgiendo hubiera podido hacer desaparecer
definitivamente del mapa político a su formación.
¿Qué espera, pues, conseguir la CUP al juntarse con la derecha catalana para evitar unas nuevas elecciones que
podrían abrir paso a una izquierda surgida del actual pueblo catalán con ánimo
de justicia y espíritu dialogante? Esto es lo que nos debería explicar de
manera convincente esta formación
independentista que veíamos como sensible a las necesidades del pueblo. Porque si
al hacerlo nos encontráramos con que sus argumentos difieren poco de los de la
derecha, el desencanto de una buena parte de sus votantes podría ser grande. / PC
No hay comentarios:
Publicar un comentario