sábado, 11 de enero de 2014

Nuestro común enemigo

Todo opresor es un enemigo. Porque la opresión tiene diversas formas, los campos de batalla son múltiples. Abre bien los ojos, no sea que dispares a quienes bajo otras banderas luchan contra el mismo opresor que tú combates o que sin darte cuenta estés ayudando a tu enemigo.


Soy catalán. La lengua catalana es mi lengua materna, cuya enseñanza en la escuela fue prohibida por los gobiernos de la España totalitaria, intolerante y fascista. Toda mi generación creció analfabeta de su propia lengua. Se nos alfabetizó en la lengua de los invasores, los golpistas, los fascistas españoles. Ahí, en la defensa de mi identidad colectiva, de mis propios derechos en tanto que parte de una nación ultrajada y sometida, tengo ya buenos motivos para luchar.

Pero no tan solo soy catalán sino que también soy obrero, hijo de obreros, nieto de obreros, bisnieto de obreros... Y en tanto que obrero he sido bestia de carga de explotadores catalanes y españoles. Mi vida ha sido condicionada al bienestar de quienes forman parte de las clases dominantes. Yo y los míos hemos sido carne de fábrica y aun de cañón cuando les ha convenido. Hemos padecido leyes injustas que nos han obligado a vivir miserablemente, a sacrificar nuestras vidas en beneficio de los privilegiados, a entregarles el fruto de nuestro trabajo... Y lo que es peor: a creer que era justo todo ese cúmulo de injusticias. Ahí tengo también, sin duda alguna, otro buen motivo para luchar.

Tengo pues dos enemigos que enfrentar. Uno de ellos es el invasor que niega mi identidad catalana o que aun reconociéndola la somete a las conveniencias de otras identidades nacionales revestidas de criterios estatales. El otro es quien explota al pueblo o se sitúa al lado de quien lo explota. Quien aprueba o favorece la desigualdad social, la explotación de los más débiles, de los desposeídos. Quien hace de los privilegios de clase motivo de discriminación social. Quien hace de una mal entendida meritocracia motivo de privilegio, no de servicio sino de exclusión y abuso.

La justicia social no es una flor silvestre sino fruto del cultivo esforzado de todo el pueblo. No se alcanza la igualdad de derechos sin una lucha tenaz contra quienes se oponen a ella, contra quienes defienden privilegios y desigualdades sociales.

La lucha por lo que es a todas luces justo no es un derecho personal sino un deber, pues que nadie vive en solitario. Aun cuando no se dé cuenta o no quiera reconocerlo, hasta el más solitario de los seres humanos vive en sociedad y necesita de los demás para vivir. Y no solo de su pareja o familia, sino de la sociedad entera.

Todos los bienes comunes que poseemos son fruto del esfuerzo colectivo. Lo es la educación, lo es la sanidad, lo es la vivienda, lo es la seguridad, lo es la asistencia, lo es el confort... Nada bajó del cielo, nada es un regalo de la madre naturaleza. Lo único que sí se nos ha dado gratuitamente es la capacidad de trabajar y de esforzarnos por lograr lo que queremos, como también la de luchar contra quienes se empeñan en apropiarse de lo que pertenece a todo el pueblo.

Cuanto acabamos de recordar debiera ser obvio, pero no lo es. El enemigo del pueblo es fuerte. Lleva siglos organizando sus estructuras de poder, sus leyes, sus aparatos represivos de todo orden. Pero sobre todo lleva siglos construyendo un pensamiento colectivo favorable a sus intereses. Es listo y tenaz y cuenta con infinidad de recursos materiales y humanos. Controla los principales medios de comunicación y manipula de forma constante y perversa la información. Tiene una gran capacidad de sembrar la confusión entre quienes se le enfrentan y ha logrado con todo ello poner de su parte a aquellos mismos a quienes somete y esclaviza.

Desenmascarar las mentiras de quienes ejercen el poder es el primer desafío que debemos enfrentar en nuestra lucha, en nuestro propio singular combate y en el colectivo. Evitar caer en la estupidez de ponernos al lado de nuestros enemigos, de quienes en pura lógica debiéramos combatir. Evitar caer en esa trampa y evitar también que caigan en ella quienes están en nuestro vital entorno. Esa es una tarea que nos atañe, que nos reclama, que nos exige... Porque es nuestra, tuya y mía, sin cláusula de exclusión ni excusa alguna.

Ojalá seamos capaces de mantener claro en la mente durante todo este 2014 recién estrenado y lo que nos quede de vida cuanto acabamos de ver, porque de que no bajemos la guardia, de que cumplamos fielmente con nuestros deberes humanos depende nuestro futuro, el de quienes nos sucedan y el de la Humanidad entera. /PC




PUBLICADO EN:

http://lists.kaosenlared.net/secciones/s2/opinion/item/78006-nuestro-com%C3%BAn-enemigo.html

 
http://ecupres.wordpress.com/2014/01/13/nuestro-comun-enemigo/

No hay comentarios:

Publicar un comentario