Mientras de nuestras escuelas no salgan jóvenes que crean firmemente que el cielo y el infierno lo hacemos los humanos aquí en la tierra con nuestra propia conducta, no educaremos, y seguirá siendo estéril el trabajo docente.
Terminábamos la semana pasada con una pregunta que ahora quiero rehacer ¿Qué le falta o que le sobra a nuestro Sistema Educativo para que pueda contribuir a humanizar nuestra sociedad?.
Pues bien, a mi ver, le falta CONCIENCIA DE HUMANIDAD, esa peculiar configuración de la mente que nos hace sentirnos parte del COSMOS y miembros de la GRAN FAMILIA HUMANA (o parte de la creación e hijos de Dios, para quienes prefieran el tradicional lenguaje religioso) y que nos lleva a entender que nuestro destino está inexorablemente unido al de los otros seres con quienes compartimos esta gran casa común que habitamos que es el planeta Tierra. Y que cuando la atmósfera llegue a ser irrespirable, y las aguas estén completamente contaminadas y la tierra saturada de radioactividad, en el mundo ya no habrá más vencedores ni vencidos, sino que todos seremos víctimas de la CODICIA y la IRREFLEXIÓN que ahora nos gobiernan.
Y por toda esa razón les sobra a nuestros programas educativos, sin lugar a dudas, Utilitarismo, esa forma miope y egocéntrica de pensar y de enseñar a aprender que sólo lleva a hacernos siervos del inhumano sistema capitalista que nos domina. ¿O es que hay algo más inhumano que la ley del más fuerte?
Me parece evidente que el neoliberalismo capitalista que nos rige es un auténtico materialismo ateo, esa expresión peyorativa con la que los obispos y curas del nacionalcatolicismo condenaban a ultranza al comunismo, a un comunismo que por lo menos habla de justicia social, de igualdad de oportunidades, de repartir pobreza si se quiere, pero de repartir al fin y al cabo, algo que ni le pasa por la cabeza a una mente capitalista. Materialismo ateo y despiadado es este sistema que nos rige y que nos empuja inexorablemente a la Codicia y al Egoísmo más inhumano, por más catecismos y zarandajas religiosas que le pongan de por medio las iglesias cómplices.
Claro que esto lo digo yo desde un posicionamiento antisistema, pero desde una óptica afín al orden establecido, con el alma refocilándose en la materialidad del más compulsivo hedonismo, difícilmente puede verse así. Y da igual que quien lo mire sea de derechas o de izquierdas, porque por más que maticen el discurso unos y otros, en la pura y dura realidad se está por el espíritu o por la materia, pues que la vida es opción, y no hay más.
Ya lo dijimos cuando comentamos los tres niveles de humanidad que definía Nikos Kazantzakis «1r nivel) Comer, beber, gozar y conseguir fama y dinero. 2º nivel) Compartir, ser solidarios. 3r nivel) Poner el espíritu por delante de la materia». Ya me conformaría yo con que educásemos para hacer personas que viviesen en el segundo nivel, si eso fuese posible sin tener como objetivo final el tercero. Pero ni aun para el segundo educamos, porque con los programas educativos que se siguen en nuestras escuelas, no pueden salir de ellas nada más que hombres y mujeres con un ideal de vida basado en la primera opción. Y eso tanto si rezan como si no rezan, si van a misa como si no van, si creen que irán al cielo cuando mueran o si piensan que al final se pudrirán como cualquier otro ser orgánico. Mientras de nuestras escuelas no salgan jóvenes que crean firmemente que el cielo y el infierno los hacemos los humanos aquí en la tierra con nuestra propia conducta, no dejaremos de trabajar los docentes para hacer miembros del primer grupo de la clasificación: hombres y mujeres que solamente piensen en «comer, beber, gozar y conseguir fama y dinero». Y con ellos, el mundo seguirá por los mismos derroteros de injusticia y horror apocalíptico por los que ahora deriva.
Supongo que quien me lea me tomará por un iluso. Bien, está en su derecho, porque al fin y al cabo, vistas las cosas desde donde las ve la inmensa mayoría de la población, todo esto que digo no deja de ser una quimera. Pero yo pienso que la Utopía es posible, y que si bien casi todos los políticos acaban haciendo lo mismo, no todos son iguales, y los hay más humanos que otros. Y con sólo que hubiese como responsable de la educación estatal una persona con la cabeza clara y con Conciencia de Humanidad bastaría para que ese cambio de orientación fuese posible. ¿Que posiblemente lo haría en medio de la total incomprensión? Casi seguro, pero puesto que ese cambio que propongo no significa ningún cataclismo porque no exige en un principio derrumbar nada, la oposición que pudiese encontrar sería sin duda alguna fácilmente llevadera.
Pero aun lo voy a poner más al alcance de la mano. Tan sólo con que al frente de una escuela haya personas con Conciencia de Humanidad ya es posible darle un giro importante a todo el proceso educativo que allí se sigue. Y eso, a mi ver, no es mucho pedir, pero sí mucho alcanzar.
Da pena ver como nuestras escuelas desperdician día a día la oportunidad que tienen de ejercer esa docencia humanizadora que desde las más diversas instancias se está reclamando con urgencia. Organizaciones de todo orden, ecologistas, pacifistas, de derechos humanos, incluso alguna religiosa (de éstas, pocas, porque la mayoría están por el sistema) no paran de lanzar continuamente gritos de alarma.
El mundo se hunde. La Humanidad navega a la deriva. Y nuestras escuelas siguen sin poner el Espíritu en el primer plano del proceso educativo. Sin duda, va a seguir la barbarie.
Kaosenlared. Opinión 26.09.2004
Pues bien, a mi ver, le falta CONCIENCIA DE HUMANIDAD, esa peculiar configuración de la mente que nos hace sentirnos parte del COSMOS y miembros de la GRAN FAMILIA HUMANA (o parte de la creación e hijos de Dios, para quienes prefieran el tradicional lenguaje religioso) y que nos lleva a entender que nuestro destino está inexorablemente unido al de los otros seres con quienes compartimos esta gran casa común que habitamos que es el planeta Tierra. Y que cuando la atmósfera llegue a ser irrespirable, y las aguas estén completamente contaminadas y la tierra saturada de radioactividad, en el mundo ya no habrá más vencedores ni vencidos, sino que todos seremos víctimas de la CODICIA y la IRREFLEXIÓN que ahora nos gobiernan.
Y por toda esa razón les sobra a nuestros programas educativos, sin lugar a dudas, Utilitarismo, esa forma miope y egocéntrica de pensar y de enseñar a aprender que sólo lleva a hacernos siervos del inhumano sistema capitalista que nos domina. ¿O es que hay algo más inhumano que la ley del más fuerte?
Me parece evidente que el neoliberalismo capitalista que nos rige es un auténtico materialismo ateo, esa expresión peyorativa con la que los obispos y curas del nacionalcatolicismo condenaban a ultranza al comunismo, a un comunismo que por lo menos habla de justicia social, de igualdad de oportunidades, de repartir pobreza si se quiere, pero de repartir al fin y al cabo, algo que ni le pasa por la cabeza a una mente capitalista. Materialismo ateo y despiadado es este sistema que nos rige y que nos empuja inexorablemente a la Codicia y al Egoísmo más inhumano, por más catecismos y zarandajas religiosas que le pongan de por medio las iglesias cómplices.
Claro que esto lo digo yo desde un posicionamiento antisistema, pero desde una óptica afín al orden establecido, con el alma refocilándose en la materialidad del más compulsivo hedonismo, difícilmente puede verse así. Y da igual que quien lo mire sea de derechas o de izquierdas, porque por más que maticen el discurso unos y otros, en la pura y dura realidad se está por el espíritu o por la materia, pues que la vida es opción, y no hay más.
Ya lo dijimos cuando comentamos los tres niveles de humanidad que definía Nikos Kazantzakis «1r nivel) Comer, beber, gozar y conseguir fama y dinero. 2º nivel) Compartir, ser solidarios. 3r nivel) Poner el espíritu por delante de la materia». Ya me conformaría yo con que educásemos para hacer personas que viviesen en el segundo nivel, si eso fuese posible sin tener como objetivo final el tercero. Pero ni aun para el segundo educamos, porque con los programas educativos que se siguen en nuestras escuelas, no pueden salir de ellas nada más que hombres y mujeres con un ideal de vida basado en la primera opción. Y eso tanto si rezan como si no rezan, si van a misa como si no van, si creen que irán al cielo cuando mueran o si piensan que al final se pudrirán como cualquier otro ser orgánico. Mientras de nuestras escuelas no salgan jóvenes que crean firmemente que el cielo y el infierno los hacemos los humanos aquí en la tierra con nuestra propia conducta, no dejaremos de trabajar los docentes para hacer miembros del primer grupo de la clasificación: hombres y mujeres que solamente piensen en «comer, beber, gozar y conseguir fama y dinero». Y con ellos, el mundo seguirá por los mismos derroteros de injusticia y horror apocalíptico por los que ahora deriva.
Supongo que quien me lea me tomará por un iluso. Bien, está en su derecho, porque al fin y al cabo, vistas las cosas desde donde las ve la inmensa mayoría de la población, todo esto que digo no deja de ser una quimera. Pero yo pienso que la Utopía es posible, y que si bien casi todos los políticos acaban haciendo lo mismo, no todos son iguales, y los hay más humanos que otros. Y con sólo que hubiese como responsable de la educación estatal una persona con la cabeza clara y con Conciencia de Humanidad bastaría para que ese cambio de orientación fuese posible. ¿Que posiblemente lo haría en medio de la total incomprensión? Casi seguro, pero puesto que ese cambio que propongo no significa ningún cataclismo porque no exige en un principio derrumbar nada, la oposición que pudiese encontrar sería sin duda alguna fácilmente llevadera.
Pero aun lo voy a poner más al alcance de la mano. Tan sólo con que al frente de una escuela haya personas con Conciencia de Humanidad ya es posible darle un giro importante a todo el proceso educativo que allí se sigue. Y eso, a mi ver, no es mucho pedir, pero sí mucho alcanzar.
Da pena ver como nuestras escuelas desperdician día a día la oportunidad que tienen de ejercer esa docencia humanizadora que desde las más diversas instancias se está reclamando con urgencia. Organizaciones de todo orden, ecologistas, pacifistas, de derechos humanos, incluso alguna religiosa (de éstas, pocas, porque la mayoría están por el sistema) no paran de lanzar continuamente gritos de alarma.
El mundo se hunde. La Humanidad navega a la deriva. Y nuestras escuelas siguen sin poner el Espíritu en el primer plano del proceso educativo. Sin duda, va a seguir la barbarie.
Kaosenlared. Opinión 26.09.2004
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