El alma del pueblo catalán despierta y se declara insumisa al Estado español.
El pasado martes 10 de noviembre el parlamento autonómico de Catalunya aprobó una resolución por la cual se compromete a no obedecer más leyes que las aprobadas en dicha cámara, a despecho de cuanto dicte el Gobierno español. Con esta singular declaración, la cámara catalana inicia un período de desobediencia institucional que ya ha sido contestada por el Gobierno del Estado con amenazas de todo orden.
El poder estatal se manifiesta dispuesto a reducir la rebelión de ese pueblo que nunca se sometió de buena gana. Ese Estado con vocación de imperio ha ido viendo con el paso del tiempo como uno tras otro se liberaban los pueblos que antaño sometiera o ha tenido que aceptar sin poder impedirlo cambiasen de amo y señor. Hoy es Catalunya, el último baluarte de su poder invasor, el que está tratando de liberarse del yugo que lo oprime.
Pero no es fácil la tarea de poner la dignidad humana en el lugar que le corresponde, pues acá igual que ocurre en todas partes del mundo, intereses de todo orden, a cual más espurio, se resisten a aceptar todo cambio que no les favorezca. No importa el sentido de lo justo en el mundo actual. Se ha perdido esa idea como se perdieron tantas otras que fueron la base de subsistencia de antiguas formas de vida, hoy olvidadas todas ellas o incluso desconocidas.
Se oponen a la independencia de Catalunya quienes de un modo u otro la invadieron y bien por ignorancia o por culpable desconocimiento insisten en no reconocer los derechos del pueblo catalán a gobernarse por sí mismo, con leyes dimanadas por propio parlamento con el consenso del propio pueblo. Se oponen quienes anteponen la legalidad a la legitimidad, quienes de hechos consumados y formas impuestas hacen norma. Y se oponen también quienes no entienden el sentido hondo de la palabra libertad, quienes nunca fueron conscientes de su condición de esclavos y no aceptan que alguien pueda sentirse a manera de tal.
Pero no son solamente impedimentos externos los que dificultan la tarea de construir ese proyecto de nación libre que late en el alma del pueblo catalán. Hay también tensiones internas. Hay capas sociales que quieren para sí el control y gobierno de la sociedad de ese nuevo Estado catalán que se aspira a formar. Y ahí es donde se libra la batalla en el momento presente.
La codiciosa derecha catalana que capitalizó para su bien el noble anhelo de independencia del pueblo catalán ha encontrado en una pequeña organización de la izquierda surgida del mismo pueblo, con escasa representación parlamentaria en la pasada legislatura pero con una convicción y honestidad en su conducta que le ha merecido un crecimiento superior al trescientos por cien en el recuento de votos del pasado 27S. Esa joven coalición denominada Candidatura de Unidad Parlamentaria (CUP) se opone férreamente a las pretensiones oligárquicas de esa derecha catalana que ha pretendido ocultarse bajo la estrellada bandera de la independencia y la desenmascara. Es un combate desigual, El pequeño David contra el gigante Goliat. La escasez de medios contra la abundancia que dan el dinero y el poder establecido. Es el ideal contra el pragmatismo y la codicia juntos. Es el futuro esperanzado contra la continuidad del oscuro presente.
Anoche la TV autonómica catalana mostraba una parte de ese desigual combate cuando un presentador y tres periodistas escogidos asediaban a un invitado representante de la CUP. Era un asedio en toda regla, un esfuerzo supremo por ponerlo en ridículo ante toda la audiencia. No es la primera vez que se da ese espectáculo desde que CUP se opuso a JxS, como tampoco es la primera vez que el invitado de turno sale airoso del encuentro. Tres encerronas de ese calibre hemos visto en pocos días y las tres con idéntico resultado. Y es que la honestidad y la limpia conciencia son difíciles de batir.
No sabemos cuál será el resultado final de esta batalla. No sabemos si será el Estado español quien pondrá límites a la noble aspiración del pueblo catalán representado por esa coalición de nítido espíritu republicano llamada CUP o si serán las malas artes de sus adversarios quienes frustraran su proyecto de República Popular Catalana, pero sea cual sea el resultado, la lucha por el bien común no dejará de tener más tarde o más temprano su recompensa, porque en la siembra del bien no hay aporte inútil.
El espíritu de justicia y libertad pervivirá siempre en el alma de los pueblos, por más que muchos se empeñen en darle muerte. Matarán quizá a quienes luchan… Los harán desaparecer… Pero no matarán al Espíritu que los animó. Lo expresan bien aquellos versos de María Elena Walsh que dicen: “Tantas veces me borraron, tantas desaparecí y a mi propio entierro fui solo y llorando; hice un nudo en el pañuelo pero me olvidé después que no era la única vez y seguí cantando…”. Y cantando seguirán hasta el final de los tiempos esas voces que claman por la libertad y la dignidad de todos los seres humanos sin distinción. Así, “Como la Cigarra”, por más que dure el largo invierno que la tuvo bajo la tierra. /PC
https://ecupres.wordpress.com/2015/11/16/catalunya-se-rebela/
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